domingo, 7 de octubre de 2018

"Ternura" de Juan José Millás


Ternura
Sé de gente que mataría por llevar razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede, aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él. Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón. No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud valieron la pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado. Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su naturaleza de lugar común, describe perfectamente esta patología. Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo. Conozco personas a las que quiero y admiro cuyo único objetivo en la vida es llevar la razón. Siento una terrible ternura por ellas porque me recuerdan épocas de mi vida en las que yo mismo necesitaba llevar razón a toda costa. Me quité de llevar razón porque me hacía daño a la salud, como el tabaco, aunque a veces recaigo y fumo un camel clandestino. Desde entonces, siempre que descubro a alguien llevando la razón me dan ganas de abrazarlo y de hacerle unas caricias al tiempo de decirle que no pasa nada por no llevarla.
JUAN JOSÉ MILLÁS,  20 ABR 2018

1 .– Tema y estructura (1 punto)

El tema central del texto podría ser el siguiente: “Inutilidad de discutir con quienes siempre cree tener razón, pues son enfermos que dan lástima”.

Si hablamos de la estructura externa podemos apreciar un solo párrafo precedido por el título “Ternura”, que sintetiza en una sola palabra el tema del artículo: el sentimiento que al autor le producen las personas que siempre quieren llevar razón es la ternura, es decir, una forma de compasión al comprender lo inútil y dañino del vicio de querer llevar siempre razón.  
En cuanto a la estructura interna, podemos dividir el texto en tres partes. La introducción (Líneas 1 a 6) que describe a los que quieren tener razón a toda costa como adictos que no pueden evitar ser así y se nos plantea el punto de partida de la tesis: “Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón”.
En la segunda parte (Líneas 6 a 14) se desarrolla la argumentación de por qué no merece la pena discutir con esas personas, describiéndolas como gentes amargadas y rencorosas que parecen querer vengarse del mundo y que resultan desagradables y agresivas.
Finalmente, de la línea 14 al final del texto, el autor desvela el sentido del título del artículo ”Ternura” y cierra con la justificación de la tesis: el sentimiento que le producen las personas que siempre quieren llevar razón es de “ternura”, pues esa postura intransigente es más una enfermedad que un vicio. El autor finaliza su argumentación desvelando que él mismo padeció de esa enfermedad y siente una lástima comprensiva por aquellos que aún no la han superado le dan lástima.
Puesto que la tesis (sentimiento de lástima que produce quien siempre quiere llevar razón) se encuentra al final del texto, podemos afirmar que este presenta una estructura inductiva,.

2. – Actitud e intencionalidad del autor.  Tipo de texto, género y modo de elocución (1,5 puntos)

La actitud de Juan José Millás es evidentemente subjetiva, ya que a lo largo de todo el texto nos da su opinión sobre la gente que quiere tener la razón en todo, a la que compara con enfermos adictos a un vicio muy difícil de controlar.
El planteamiento es absolutamente irónico, pues se refiere a esas personas intransigentes, que a todos nos resultan desagradables, como enfermos a los que se debe mirar con compasión, pues sufren un vicio difícil, pero no imposible de superar. El hecho de que el autor confiese al final del artículo que el también “antes” era así le coloca -a él mismo y al lector con el que establece una relación de complicidad-, en un plano de superioridad moral. La ironía también resulta cercana al sarcasmo pues parece que se refiera a esas personas como seres deplorables y penosos, cuando es evidente que muchos de los lectores, aunque no lo reconozcan, también serán de esas personas que siempre quieren llevar razón.

En cuanto a la intencionalidad,  aunque parece que se hable de “otros” , el autor no solo se dirige a los que sufren a las personas intransigentes, sino que invita a reflexionar a los lectores acerca de su propia intransigencia a la hora de discutir, especialmente de policía, como señala en un momento del artículo, que es donde se producen las discusiones más violentas. El texto invita a la relajación en las discusiones, tanto para evitar que los intransigentes nos arrastren a discusiones sin sentido, como a disculpar y a esas personas, a las que mira con distanciamiento y sin pasión pues todos podemos haber actuado así en algún momento de nuestra vida. El destinatario final del texto parece ser alguien de su edad, ya mayor, que ha soportado durante toda su vida a ese tipo de personas intransigentes, pero a las que al fin parece haber perdonado.

Hablando del tipo de texto es un texto de género periodístico ya que está publicado en el periódico El País, concretamente es un texto periodístico de opinión debido a la abundancia de subjetividad a lo largo de todo el fragmento. Para concretar, el texto se trata de una columna literaria: aborda un tema de interés general, pero desde un punto de vista casi filosófico o moral y con evidentes elementos literarios, que se manifiestan en el abundante uso de figuras retóricas. Además, el autor, Juan José Millás, es un escritor de reconocido. Juan José Millás, un periodista y escritor español, valenciano concretamente, nacido en 1944,  ha escrito muchas obras bastante conocidas como : “La soledad era eso”, “Los objetos nos llaman”... Es columnista habitual en el diario El País y ha ganado reconocidos premios el Premio Planeta, Premio Nacional de narrativa, y el Premio Nadal.
El modo de elocución es expositivo-argumentativo principalmente. El modo de elocución argumentativo lo podemos ver en que trata de convencer de su tesis -inutilidad de discutir con esas personas- mediante argumentos. Como rasgos propios del modo de elocución argumentativo encontramos el uso de la primera persona ( “sé, conozco”…),así como rasgos de subjetividad propios de la función expresiva y conativa que analizaremos más adelante.
Por otra parte, también aparecen también rasgos lingüísticos propios de los textos expositivos y que se relacionan con la objetividad y la función referencial, como el uso de oraciones impersonales para ocultar el sujeto (“se puede”), construcción enunciativas y verbos en indicativo (“Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida”). Esto se debe a que el autor plantea su argumentación como una reflexión científica tras una descripción objetiva de sus síntomas, un tono falsamente objetivo que parodia los textos de carácter médico.

3. – Funciones del lenguaje predominantes y procedimientos lingüísticos  que se aprecian (1,5)
Hablando de las funciones del lenguaje, en este texto podemos encontrar varias funciones. En primer lugar, la función expresiva, que se centra en expresar la opinión de Juan José Millás en cuanto a la gente que quiere llevar la razón en todo. Seguidamente aparece la función apelativa o conativa cuyo fin es provocar en el lector una reacción de complicidad, de convencer, persuadir de que querer tener razón es una enfermedad, pero que con esfuerzo tiene cura. Sin embargo, como mencionamos arriba, también podemos encontramos la función referencial, que aparece a través de los argumentos utilizados para explicar ese vicio como si fuera una adicción o enfermedad. Finalmente, puesto que el texto presenta abundante uso de recursos literarios, podemos apreciar también una presencia destacada de la función poética. Los recursos literarios los comentaremos en el apartado correspondiente,
Las funciones anteriormente mencionadas aparecen entremezcladas a lo largo del texto y a continuación analizaremos más pausadamente los procedimientos lingüísticos de cada función para ver cuál es la función lingüística predominante.
Tanto la función expresiva como la función apelativa comparten ciertos marcadores de subjetividad. Podemos identificar el uso de la primera persona (“sé, conozco, quiero, admiro…”) dándonos a conocer las opiniones personales del autor, su subjetividad… Incluso a veces llega a utilizar la expresión “Yo mismo necesitaba” para remarcar que él mismo necesitaba tener razón, nos da a conocer que él mismo ha padecido la enfermedad. El uso de la primera persona se relaciona con la función expresiva. También podemos encontrar verbos conjugados en segunda persona (“vienes, mueres, llevas, necesitas…”) dándonos a entender que el objetivo de la comunicación es convencer al lector de lo que está diciendo, dando manifiesto a la función apelativa. Con la segunda persona, el autor no solo establece un diálogo cercano “de tú a tú” con un lector ideal individualizado con el que establece complicidad, sino que también tiene un sentido generalizador, con el que cualquiera puede sentirse identificado.
Sin embargo, también apreciamos construcciones impersonales que, como ya mencionamos, se relacionan con la función referencial y la intención de ocultar el sujeto, propia de los textos científicos, que Millás está parodiando.

Además de por el uso de la 1ª persona, reconocemos la función expresiva y conativa en otros marcadores de subjetividad, como el uso de adjetivos valorativos y léxico connotativo.
Adjetivos valorativos, donde podemos ver reflejada la opinión personal de Millás, son los siguientes: “infancia triste, perra juventud, heridas ancestrales, terrible ternura, camel clandestino…). Con estos adjetivos resalta el rencor o el odio al mundo en que los que siempre quieren tener razón parecen querer justificar su intransigencia. En cuanto al léxico connotativo “camel” “heroína” que relaciona el tema con un vicio y, por otra parte “ternura” “abrazarlo” o “caricias” que relacionan con los sentimientos de cariño y comprensión que estas personas, irónicamente, despiertan en el autor.

En el texto predomina el registro formal estándar, aunque encontramos palabras de un registro más culto (“ancestrales”) y algunos coloquialismos, con los que el autor busca la cercanía con un lector ideal más bien adulto, que es quien ha vivido más y tiene más experiencia con las adicciones y con este tipo de personas (“perra juventud” “quitarse de”).
En cuanto a la función poética, podemos decir que aparece muy ligeramente en algunas ocasiones a lo largo del texto, cuando aparecen diferentes recursos literarios, comentados en la última pregunta.
En conclusión, en el texto predominan las funciones expresiva y apelativa,  propias de los textos de opinión, aunque estas aparecen entrelazadas con la función referencial, algo habitual en los textos expositivo argumentativos. La función poética está también presente en el uso de figuras retóricas y se relaciona con el hecho de que el texto es una columna literaria.
4. –  Valoración personal del texto (1,5 puntos)

El autor comienza el texto hablando de gente que quiere tener razón y lo compara con una enfermedad como es la adicción a las drogas. En mi opinión, creo que Juan José Millás exagera demasiado con esa comparación pues, a mi parecer, el querer tener razón en todo es una cuestión más bien de orgullo y también de falta de madurez y yo no lo identificaría con una enfermedad tan grave como es una adicción.

Sí estoy de acuerdo, en cambio, en lo difícil que resulta tratar de cambiar la forma de pensar de estas personas. También estoy de acuerdo con el autor en que todos, en distinta medida, podemos padecer de este vicio pues a casi nadie le gusta reconocer que se ha equivocado en algo y rechaza que le lleven la contraria.
La necesidad constante de querer llevar la razón puede provocar que dejemos de ser objetivos y también que cerremos nuestra mente a aspectos de la realidad en las que no habíamos pensado. Una discusión educada debería servir para intercambiar puntos de vista sobre un tema y no para hacer una competición de “a ver quién grita más”. Escuchar opiniones contrarias puede ser una posibilidad de enriquecernos con otros puntos de vista, incluso   incluir la posibilidad de que alguien, con argumentos sólidos y convincentes, nos haga cambiar de opinión, pues todos podemos equivocarnos. Lo contrario, querer llevar razón a toda costa y no escuchar a los demás, empobrece el diálogo y las relaciones personales y nos impide, a fin de cuentas, crecer como personas y aprender de otros.
El problema es que quien se niega a escuchar al otro lo lleva todo siempre a un plano personal. En muchas ocasiones, queremos defender nuestro punto de vista sin tener en cuenta el punto de vista de los demás porque nos identificamos con nuestras opiniones y sentimos como ataques personales lo que solo son formas diferentes de entender la realidad.
Aunque no compartamos la forma de pensar o ideas con otra gente, debemos tratar de entenderlas y aceptarlas, pues la gente también tiene derecho a equivocarse. Vivir en un estado de competición y enfrentamiento contra los demás diariamente  puede ser muy agotador y muy perjudicial para nosotras, como bien dice el autor en la línea 5 (“No conduce a nada, solo a la infelicidad”).
Estoy muy de acuerdo con el autor cuando describe cómo se sienten las personas que quieren llevar razón y se consideran el centro del mundo. Yo creo que nadie se debe sentir superior a los demás pues todos tenemos derecho a ser respetados.
Me llama la atención la siguiente afirmación: “Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo.” Me parece similar a los anuncios de televisión, es decir, en los anuncios siempre se describe el producto a vender como lo mejor, y te intentan convencer de que no hay nada mejor, incluso hay anuncios que refutan de otras marcas tan solo para demostrar, o aparentar que el mejor producto es el suyo.
El texto me ha parecido original. Cuando lo leí la primera vez, me pareció que el título desentonaba con el tema. Luego, me di cuenta que el Millás estaba utilizando la ironía para expresar todo lo contrario a lo que piensa sobre estas personas. Además,  es como si el autor nos quisiera explicar que querer tener razón es una etapa más de la vida, en la que nos creemos el centro del mundo, y al madurar nos damos cuenta de lo absurdo que era querer tener razón siempre.

5. - Tipo y función de las subordinadas (1,5 puntos)

·         Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida.
 (que se pueden corregir a lo largo de la vida.)
Oración Subordinada adjetiva, función Complemento del Nombre de “rasgos”

·         Eso es como quitarse de la heroína.
(como quitarse de la heroína.)
Oración Subordinada adverbial, función Complemento Circunstancial de Modo  (CCM)

·         En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue.
 (donde mejor se las distingue).
Oración Subordinada adverbial función Complemento Circunstancial de Lugar (CCL)

·         Siempre que descubro a alguien con razón lo abrazo.
                  (Siempre que descubro a alguien con razón
                  Subordinada Adverbial CCT. Puede entenderse también como Condicional
·         Entonces le digo que no pasa nada.
(que no pasa nada.)
Subordinada Sustantiva, función Complemento Directo (CD)

6. – Explica el significado contextual de las palabras o expresiones destacadas (mediante definición o con tres sinónimos): ancestrales,  sutil, “hablar cargado de razón”,  ternura, clandestino.  1,5 puntos

Ancestrales: Es un adjetivo usado para referirse a hechos pasados, a algo con un origen muy antiguo. En el texto habla de heridas ancestrales, se refiere a hechos del pasado que nos han dejado huella, daños del pasado.

Sutil: es un adjetivo utilizado para calificar un comportamiento fino, educado, con delicadeza.

“Hablar cargado de razón”: significa expresarse de una manera terca, testaruda, cabezota. En el texto Millás lo utiliza como un ejemplo para definir a la clase de personas de las que habla a lo largo de todo el texto, personas que siempre quieren y creen que tienen razón.

Ternura: es un nombre que describe un sentimiento de afecto, de empatía, de encanto hacia algo. En este caso el autor utiliza esta palabra como título y como sentimiento hacia sus familiares, los que quieren llevar razón.

Clandestino: es un adjetivo con connotación negativa en este caso, da a entender, según el texto, que es algo prohibido, ilegal, al borde de la ley, oculto.


7. – Recursos literarios del texto. Comentando su valor expresivo. (1,5 puntos)

A lo largo de todo el texto podemos identificar abundantes recursos literarios, a continuación los nombraremos y explicaremos por separado.

Primeramente podemos identificar una hipérbole “Sé de gente que mataría por llevar razón” (l.-1), en este caso exagera la realidad para hacerla más expresiva, no es que la gente vaya a matar, literalmente, sino que, el autor quiere resaltar esa emoción para expresar que hay gente que haría cualquier cosa con tal de tener razón, resalto lo tan cabezotas que pueden llegar a ser.
Seguidamente, en la línea 2 podemos observar un símil, que es la comparación de dos realidades con fines expresivos, en este caso “pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína”, el autor utiliza el símil para comparar el querer llevar razón con la adición a la heroína. José Millás nos da a entender que dejar de querer tener razón es incluso igual de difícil que quitar la adicción a las drogas.

También podemos identificar una anadiplosis que es la repetición de una palabra al final de una frase y al comienzo de la siguiente; (l.3-4) mueres con él. Te mueres termina la oración con la palabra morir y en la oración siguiente comienza con la misma palabra
Además, podemos observar seguidamente un paralelismo Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón repite la estructura sintáctica enumerando con una gradación y sin nexos (asíndeton) las distintas circunstancias en la vida de estas personas, con lo que consigue un efecto intensificador. Además la repetición de llevando razón al final de estos enunciados paralelos es una epifora, e insiste y enfatiza en el hecho repetido.
Como ya mencionamos, en (l.-8.9) podemos identificar una enumeración, nombra etapas de la vida de forma cronológica “Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud”, habla del nacimiento, la infancia, la juventud…

En la línea 9 podemos observar una sinécdoque del todo por la parte, al mencionar “mundo” por las personas que le llevarán la contraria al sujeto en cuestión, con lo que intensifica el número de personas no piensan como él: “El mundo ya no te debe nada”,.

Más adelante en la línea 15 podemos ver una antítesis, contradicción de dos palabras “terrible ternura”, ya que la palabra ternura se suele utilizar para referirse a personas agradables, dulces, todo lo contrario a terrible. En mi opinión creo que Millás utiliza esta contraposición para enfrentar las dos emociones que siente al tener a alguien de su familia que quiere tener razón; por una parte al ser alguien familiar eso le provoca ternura, pero al ser ese tipo de personas alguien conocido, le provoca una sensación horripilante.


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