Ternura
Sé de gente que mataría por llevar
razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la
vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede,
aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él.
Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno
llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón.
No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde
mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar
razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error,
tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud valieron la
pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado. Llevar
razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su naturaleza de lugar común,
describe perfectamente esta patología. Para intentar convencerte de sus
argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los
que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo. Conozco personas a las
que quiero y admiro cuyo único objetivo en la vida es llevar la razón. Siento una
terrible ternura por ellas porque me
recuerdan épocas de mi vida en las que yo mismo necesitaba llevar razón a toda
costa. Me quité de llevar razón porque me hacía daño a la salud, como el
tabaco, aunque a veces recaigo y fumo un camel
clandestino. Desde entonces, siempre
que descubro a alguien llevando la razón me dan ganas de abrazarlo y de hacerle
unas caricias al tiempo de decirle que no pasa nada por no llevarla.
JUAN JOSÉ MILLÁS, 20 ABR 2018
1 .– Tema y
estructura (1 punto)
El tema central del texto podría ser el
siguiente: “Inutilidad de discutir con quienes siempre cree tener razón, pues
son enfermos que dan lástima”.
Si hablamos
de la estructura externa podemos apreciar un solo párrafo precedido por el
título “Ternura”, que sintetiza en una sola palabra el tema del artículo: el
sentimiento que al autor le producen las personas que siempre quieren llevar
razón es la ternura, es decir, una forma de compasión al comprender lo inútil y
dañino del vicio de querer llevar siempre razón.
En cuanto a
la estructura interna, podemos dividir el texto en tres partes. La introducción
(Líneas 1 a 6) que describe a los que quieren tener razón a toda costa como
adictos que no pueden evitar ser así y se nos plantea el punto de partida de la
tesis: “Jamás discutas
con personas necesitadas de llevar la razón”.
En la segunda
parte (Líneas 6 a 14) se desarrolla la argumentación de por qué no merece la
pena discutir con esas personas, describiéndolas como gentes amargadas y
rencorosas que parecen querer vengarse del mundo y que resultan desagradables y
agresivas.
Finalmente,
de la línea 14 al final del texto, el autor desvela el sentido del título del
artículo ”Ternura” y cierra con la justificación de la tesis: el sentimiento
que le producen las personas que siempre quieren llevar razón es de “ternura”, pues
esa postura intransigente es más una enfermedad que un vicio. El autor finaliza
su argumentación desvelando que él mismo padeció de esa enfermedad y siente una
lástima comprensiva por aquellos que aún no la han superado le dan lástima.
Puesto que la
tesis (sentimiento de lástima que produce quien siempre quiere llevar razón) se
encuentra al final del texto, podemos afirmar que este presenta una estructura inductiva,.
2. –
Actitud e intencionalidad del autor. Tipo de texto, género y modo de
elocución (1,5 puntos)
La actitud
de Juan José Millás es evidentemente subjetiva, ya que a lo largo de todo el
texto nos da su opinión sobre la gente que quiere tener la razón en todo, a la que
compara con enfermos adictos a un vicio muy difícil de controlar.
El
planteamiento es absolutamente irónico,
pues se refiere a esas personas intransigentes, que a todos nos resultan
desagradables, como enfermos a los que se debe mirar con compasión, pues sufren
un vicio difícil, pero no imposible de superar. El hecho de que el autor
confiese al final del artículo que el también “antes” era así le coloca -a él
mismo y al lector con el que establece una relación de complicidad-, en un
plano de superioridad moral. La ironía también resulta cercana al sarcasmo pues parece que se refiera a
esas personas como seres deplorables y penosos, cuando es evidente que muchos
de los lectores, aunque no lo reconozcan, también serán de esas personas que
siempre quieren llevar razón.
En cuanto a
la intencionalidad, aunque parece que se hable de “otros” , el
autor no solo se dirige a los que sufren a las personas intransigentes, sino
que invita a reflexionar a los lectores acerca de su propia intransigencia a la
hora de discutir, especialmente de policía, como señala en un momento del
artículo, que es donde se producen las discusiones más violentas. El texto
invita a la relajación en las discusiones, tanto para evitar que los
intransigentes nos arrastren a discusiones sin sentido, como a disculpar y a esas
personas, a las que mira con distanciamiento y sin pasión pues todos podemos
haber actuado así en algún momento de nuestra vida. El destinatario final del
texto parece ser alguien de su edad, ya mayor, que ha soportado durante toda su
vida a ese tipo de personas intransigentes, pero a las que al fin parece haber
perdonado.
Hablando del tipo
de texto es un texto de género periodístico ya que está publicado en
el periódico El País, concretamente es un texto periodístico de
opinión debido a la abundancia de subjetividad a lo largo de todo el fragmento.
Para concretar, el texto se trata de una columna literaria: aborda un tema de
interés general, pero desde un punto de vista casi filosófico o moral y con evidentes
elementos literarios, que se manifiestan en el abundante uso de figuras
retóricas. Además, el autor, Juan José Millás, es un escritor de reconocido. Juan
José Millás, un periodista y escritor español, valenciano concretamente, nacido
en 1944, ha escrito muchas obras bastante conocidas como : “La soledad
era eso”, “Los objetos nos llaman”... Es columnista habitual en el diario El
País y ha ganado reconocidos premios el Premio Planeta, Premio Nacional
de narrativa, y el Premio Nadal.
El modo de
elocución es expositivo-argumentativo
principalmente. El modo de elocución argumentativo lo podemos ver en que trata
de convencer de su tesis -inutilidad de discutir con esas personas- mediante
argumentos. Como rasgos propios del modo de elocución argumentativo encontramos
el uso de la primera persona ( “sé, conozco”…),así como rasgos de subjetividad
propios de la función expresiva y conativa que analizaremos más adelante.
Por otra
parte, también aparecen también rasgos lingüísticos propios de los textos
expositivos y que se relacionan con la objetividad y la función referencial,
como el uso de oraciones impersonales para ocultar el sujeto (“se puede”),
construcción enunciativas y verbos en indicativo (“Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la
vida”). Esto se debe a que el autor plantea su argumentación como una
reflexión científica tras una descripción objetiva de sus síntomas, un tono
falsamente objetivo que parodia los textos de carácter médico.
3. –
Funciones del lenguaje predominantes y procedimientos lingüísticos que se
aprecian (1,5)
Hablando de las funciones del
lenguaje, en este texto podemos encontrar varias funciones. En primer
lugar, la función expresiva, que se centra en expresar la opinión de
Juan José Millás en cuanto a la gente que quiere llevar la razón en todo.
Seguidamente aparece la función apelativa o conativa cuyo fin es
provocar en el lector una reacción de complicidad, de convencer, persuadir de
que querer tener razón es una enfermedad, pero que con esfuerzo tiene cura. Sin
embargo, como mencionamos arriba, también podemos encontramos la función
referencial, que aparece a través de los argumentos utilizados para
explicar ese vicio como si fuera una adicción o enfermedad. Finalmente, puesto
que el texto presenta abundante uso de recursos literarios, podemos apreciar
también una presencia destacada de la
función poética. Los recursos literarios los comentaremos en el apartado
correspondiente,
Las funciones anteriormente mencionadas
aparecen entremezcladas a lo largo del texto y a continuación analizaremos más
pausadamente los procedimientos lingüísticos de cada función para ver cuál es
la función lingüística predominante.
Tanto la función expresiva como la función apelativa
comparten ciertos marcadores de subjetividad. Podemos identificar el uso de la
primera persona (“sé, conozco, quiero, admiro…”) dándonos a conocer las
opiniones personales del autor, su subjetividad… Incluso a veces llega a
utilizar la expresión “Yo mismo necesitaba” para remarcar que él mismo
necesitaba tener razón, nos da a conocer que él mismo ha padecido la
enfermedad. El uso de la primera persona se relaciona con la función expresiva.
También podemos encontrar verbos conjugados en segunda persona (“vienes,
mueres, llevas, necesitas…”) dándonos a entender que el objetivo de la
comunicación es convencer al lector de lo que está diciendo, dando manifiesto a
la función apelativa. Con la segunda persona, el autor no solo establece un
diálogo cercano “de tú a tú” con un lector ideal individualizado con el que
establece complicidad, sino que también tiene un sentido generalizador, con el que
cualquiera puede sentirse identificado.
Sin embargo, también apreciamos
construcciones impersonales que, como ya mencionamos, se relacionan con la
función referencial y la intención de ocultar el sujeto, propia de los textos
científicos, que Millás está parodiando.
Además de
por el uso de la 1ª persona, reconocemos la función expresiva y conativa en
otros marcadores de subjetividad, como el uso de adjetivos valorativos y léxico
connotativo.
Adjetivos valorativos, donde podemos ver reflejada la opinión
personal de Millás, son los siguientes: “infancia triste, perra juventud,
heridas ancestrales, terrible ternura, camel clandestino…). Con estos adjetivos
resalta el rencor o el odio al mundo en que los que siempre quieren tener razón
parecen querer justificar su intransigencia. En cuanto al léxico connotativo “camel”
“heroína” que relaciona el tema con un vicio y, por otra parte “ternura” “abrazarlo”
o “caricias” que relacionan con los sentimientos de cariño y comprensión que
estas personas, irónicamente, despiertan en el autor.
En el texto predomina el registro formal
estándar, aunque encontramos palabras de un registro más culto (“ancestrales”)
y algunos coloquialismos, con los que el autor busca la cercanía con un lector
ideal más bien adulto, que es quien ha vivido más y tiene más experiencia con las
adicciones y con este tipo de personas (“perra juventud” “quitarse de”).
En cuanto a la función poética, podemos
decir que aparece muy ligeramente en algunas ocasiones a lo largo del texto,
cuando aparecen diferentes recursos literarios, comentados en la última
pregunta.
En conclusión, en el texto predominan
las funciones expresiva y apelativa, propias de los textos de opinión, aunque estas
aparecen entrelazadas con la función referencial, algo habitual en los textos
expositivo argumentativos. La función poética está también presente en el uso
de figuras retóricas y se relaciona con el hecho de que el texto es una columna
literaria.
4. –
Valoración personal del texto (1,5 puntos)
El autor
comienza el texto hablando de gente que quiere tener razón y lo compara con una
enfermedad como es la adicción a las drogas. En mi opinión, creo que Juan José
Millás exagera demasiado con esa comparación pues, a mi parecer, el querer
tener razón en todo es una
cuestión más bien de orgullo y también de falta de madurez y yo no lo
identificaría con una enfermedad tan grave como es una adicción.
Sí estoy de
acuerdo, en cambio, en lo difícil que resulta tratar de cambiar la forma de
pensar de estas personas. También estoy de acuerdo con el autor en que todos,
en distinta medida, podemos padecer de este vicio pues a casi nadie le gusta
reconocer que se ha equivocado en algo y rechaza que le lleven la contraria.
La necesidad constante de querer llevar la razón puede
provocar que dejemos de ser objetivos y también que cerremos nuestra mente a
aspectos de la realidad en las que no habíamos pensado. Una discusión educada
debería servir para intercambiar puntos de vista sobre un tema y no para hacer
una competición de “a ver quién grita más”. Escuchar opiniones contrarias puede
ser una posibilidad de enriquecernos con otros puntos de vista, incluso incluir
la posibilidad de que alguien, con argumentos sólidos y convincentes, nos haga
cambiar de opinión, pues todos podemos equivocarnos. Lo contrario, querer
llevar razón a toda costa y no escuchar a los demás, empobrece el diálogo y las
relaciones personales y nos impide, a fin de cuentas, crecer como personas y
aprender de otros.
El problema es que quien se niega a escuchar al otro
lo lleva todo siempre a un plano personal. En muchas ocasiones, queremos
defender nuestro punto de vista sin tener en cuenta el punto de vista de los
demás porque nos identificamos con nuestras opiniones y sentimos como ataques
personales lo que solo son formas diferentes de entender la realidad.
Aunque no compartamos la forma de pensar o ideas con
otra gente, debemos tratar de entenderlas y aceptarlas, pues la gente también
tiene derecho a equivocarse. Vivir en un estado de competición y enfrentamiento
contra los demás diariamente puede ser muy agotador y muy perjudicial
para nosotras, como bien dice el autor en la línea 5 (“No conduce a nada,
solo a la infelicidad”).
Estoy muy de acuerdo con el autor cuando describe cómo
se sienten las personas que quieren llevar razón y se consideran el centro del
mundo. Yo creo que nadie se debe sentir superior a los demás pues todos tenemos
derecho a ser respetados.
Me llama la atención la siguiente afirmación: “Para
intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus
discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro
modo.” Me parece similar a los anuncios de televisión, es decir, en los
anuncios siempre se describe el producto a vender como lo mejor, y te intentan
convencer de que no hay nada mejor, incluso hay anuncios que refutan de otras
marcas tan solo para demostrar, o aparentar que el mejor producto es el suyo.
El texto me ha parecido original. Cuando lo leí la primera
vez, me pareció que el título desentonaba con el tema. Luego, me di cuenta que
el Millás estaba utilizando la ironía para expresar todo lo contrario a lo que
piensa sobre estas personas. Además, es como si el autor nos quisiera
explicar que querer tener razón es una etapa más de la vida, en la que nos
creemos el centro del mundo, y al madurar nos damos cuenta de lo absurdo que
era querer tener razón siempre.
5. - Tipo y
función de las subordinadas (1,5 puntos)
·
Hay otros rasgos de carácter
que se pueden corregir a lo largo de la vida.
(que se pueden corregir a lo largo de la
vida.)
Oración Subordinada adjetiva, función
Complemento del Nombre de “rasgos”
·
Eso es como quitarse de la
heroína.
(como quitarse de la heroína.)
Oración Subordinada adverbial, función
Complemento Circunstancial de Modo (CCM)
·
En las discusiones políticas es
donde mejor se las distingue.
(donde mejor se las distingue).
Oración Subordinada adverbial función
Complemento Circunstancial de Lugar (CCL)
·
Siempre que descubro a alguien
con razón lo abrazo.
(Siempre que descubro a alguien con razón
Subordinada Adverbial CCT.
Puede entenderse también como Condicional
·
Entonces le digo que no pasa
nada.
(que no pasa nada.)
Subordinada Sustantiva, función
Complemento Directo (CD)
6. –
Explica el significado contextual de las palabras o expresiones destacadas
(mediante definición o con tres sinónimos): ancestrales, sutil, “hablar
cargado de razón”, ternura,
clandestino. 1,5 puntos
Ancestrales:
Es un
adjetivo usado para referirse a hechos pasados, a algo con un origen muy
antiguo. En el texto habla de heridas ancestrales, se refiere a hechos del
pasado que nos han dejado huella, daños del pasado.
Sutil: es un adjetivo utilizado para calificar
un comportamiento fino, educado, con delicadeza.
“Hablar
cargado de razón”: significa
expresarse de una manera terca, testaruda, cabezota. En el texto Millás lo
utiliza como un ejemplo para definir a la clase de personas de las que habla a
lo largo de todo el texto, personas que siempre quieren y creen que tienen
razón.
Ternura: es un nombre que describe un sentimiento
de afecto, de empatía, de encanto hacia algo. En este caso el autor utiliza
esta palabra como título y como sentimiento hacia sus familiares, los que
quieren llevar razón.
Clandestino: es un adjetivo con connotación negativa
en este caso, da a entender, según el texto, que es algo prohibido, ilegal, al
borde de la ley, oculto.
7. – Recursos literarios del texto. Comentando su valor expresivo. (1,5 puntos)
A lo largo de
todo el texto podemos identificar abundantes recursos literarios, a
continuación los nombraremos y explicaremos por separado.
Primeramente
podemos identificar una hipérbole “Sé
de gente que mataría por llevar razón” (l.-1), en este caso exagera
la realidad para hacerla más expresiva, no es que la gente vaya a matar,
literalmente, sino que, el autor quiere resaltar esa emoción para expresar que
hay gente que haría cualquier cosa con tal de tener razón, resalto lo tan
cabezotas que pueden llegar a ser.
Seguidamente,
en la línea 2 podemos observar un símil,
que es la comparación de dos realidades con fines expresivos, en este caso “pero
quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína”, el autor utiliza
el símil para comparar el querer llevar razón con la adición a la heroína. José
Millás nos da a entender que dejar de querer tener razón es incluso igual de
difícil que quitar la adicción a las drogas.
También
podemos identificar una anadiplosis
que es la repetición de una palabra al final de una frase y al comienzo de la
siguiente; (l.3-4) “mueres con
él. Te mueres” termina la oración con la palabra morir y en la oración siguiente
comienza con la misma palabra
Además, podemos observar seguidamente un paralelismo “Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la
razón, llegas al infierno llevando la razón” repite la estructura
sintáctica enumerando con una gradación y sin nexos (asíndeton) las distintas circunstancias en la vida de estas
personas, con lo que consigue un efecto intensificador. Además la repetición de
llevando razón al final de estos enunciados paralelos es una epifora, e insiste y enfatiza en el
hecho repetido.
Como ya
mencionamos, en (l.-8.9) podemos identificar una enumeración, nombra etapas de la vida de forma cronológica “Si
llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la
infancia triste y la perra juventud”, habla del nacimiento, la infancia, la
juventud…
En la línea 9
podemos observar una sinécdoque del todo
por la parte, al mencionar “mundo” por las personas que le llevarán la
contraria al sujeto en cuestión, con lo que intensifica el número de personas
no piensan como él: “El mundo ya no te debe nada”,.
Más adelante
en la línea 15 podemos ver una antítesis,
contradicción de dos palabras “terrible ternura”, ya que la palabra ternura se
suele utilizar para referirse a personas agradables, dulces, todo lo contrario
a terrible. En mi opinión creo que
Millás utiliza esta contraposición para enfrentar las dos emociones que siente
al tener a alguien de su familia que quiere tener razón; por una parte al ser
alguien familiar eso le provoca ternura, pero al ser ese tipo de personas
alguien conocido, le provoca una sensación horripilante.
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