miércoles, 14 de enero de 2015

FERNANDO SAVATER (Política para Amadores)


COMENTARIO DE TEXTO 1 (2ª EVALUACIÓN)

(FECHA TOPE DE ENTREGA: Jueves 22 de enero)

¿Ya la desaprobación? Sin dudar te aseguro que me parece lo más lícitamente democrático del mundo. Tolerar al otro, bueno: peor, darle la razón como a los locos, eso ni hablar. Nada más vigorosa y estimulantemente humano que discutir las opiniones del vecino, criticarlas, incluso tomarlas a cachondeo si se tercia. En cuanto leas estas líneas pecadoras seguro que dices: “Pero, ¿no hemos quedado en que hay que respetar las opiniones y creencias ajenas?”. Pues mire usted que no. Lo que debe ser respetado en todo caso son las personas (y sus derechos civiles), no sus opiniones ni su fe. Ya sé que hay gente que se identifica con sus creencias, que las toman como si fueran parte de su propio cuerpo. Son los que berrean a cada paso: “¡Han herido mis convicciones!”, como si les hubieran pisado un pie aposta en el autobús. Ser tan susceptibles es un problema suyo, no de los demás. Estoy de acuerdo en que no es muy cortés llevar la contraria de modo desagradable al prójimo, pero se trata de una cuestión de buena educación, no de un crimen. Lo malo es que quienes se sienten “heridos” en sus convicciones creen por ello tener derecho a herir de verdad en la carne de sus ofensores. Ahí tienes el caso del escritor angloindio Salman Rushdie, condenado a muerte por fanáticos musulmanes a cusa de unas páginas en uno de sus libros y que debe vivir escondido desde hace años. Hay personas que quieren parecer neutrales y dicen: “Hombre, la condena a muerte es una pasada, pero Rushdie no debía haber herido las creencias de los musulmanes porque esos señores tiene derecho a que se respeten sus doctrinas”. ¡Vaya disparate! ¡Como si “herir” a alguien en sus creencias fuero lo mismo que cortarle el cuello! ¡Como si la norma de buena educación que pide no meterse con lo que cree el prójimo fuese del mismo rango que el derecho a no ser asesinado por verdugos dementes! 

FERNANDO SAVATER, Política para Amadores

1.      Esquema (1 p.)

2.      Comentario crítico:

·         Tema, estructura, actitud e intencionalidad del autor, tipo de texto (2 p.)

·         Valoración personal del tema y de la forma de expresarlo del autor (1 p.)

3.      Análisis sintáctico global del siguiente fragmento (2 p.):

 Nada más vigorosa y estimulantemente humano que discutir las opiniones del vecino, criticarlas, incluso tomarlas a cachondeo si se tercia.

4.      Valor estilístico de los adjetivos del siguiente fragmento (2 p.):

 ¿Y la desaprobación? Sin dudar te aseguro que me parece lo más lícitamente democrático del mundo. Tolerar al otro, bueno: peor, darle la razón como a los locos, eso ni hablar. Nada más vigorosa y estimulantemente humano que discutir las opiniones del vecino, criticarlas, incluso tomarlas a cachondeo si se tercia. En cuanto leas estas líneas pecadoras seguro que dices: “Pero, ¿no hemos quedado en que hay que respetar las opiniones y creencias ajenas?”. Pues mire usted que no. Lo que debe ser respetado en todo caso son las personas (y sus derechos civiles), no sus opiniones ni su fe. (…) Ser tan susceptibles es un problema suyo, no de los demás. Estoy de acuerdo en que no es muy cortés llevar la contraria de modo desagradable al prójimo, pero se trata de una cuestión de buena educación, no de un crimen.

5.      Analiza las funciones del lenguaje presentes en el texto, justificándolas con los procedimientos lingüísticos más relevantes (2 p.)
1 – Esquema 1. No siempre hay que dar la razón a las personas. 1.1 Cada uno tiene sus opiniones. 2. Es lícito mostrarse en desacuerdo con los demás. 2.1 Hay que respetar a las personas 2.2 Las opiniones pueden no respetarse. 3. El problema es que hay gente que se identifica con sus creencias. 3.1 Se considerar heridos si se les lleva la contraria. 3.2 Sienten que tienen derecho agredir físicamente al otro. 3.2.1.- Por ejemplo, la condena a muerte de S. Rusdhi 4. No se debe asesinar a nadie, aunque tenga opiniones diferentes. 4.1.- Llevar la contraria de forma desagradable puede ser descortés 4.1.1.- Pero no es un crimen 2. Comentario crítico: tema, estructura, actitud e intencionalidad del autor, tipo de texto. Valoración personal del tema y de la forma de expresarlo del autor. El tema de este texto podría ser " La libertad de expresión frente a la libertad religiosa y de pensamiento”. El texto a comentar es un fragmento del libro de Fernando Savater Política para Amadores, en un solo párrafo. En cuanto a la estructura interna, se pueden distinguir tres partes, que se corresponderían con la tesis, cuerpo argumentativo y conclusión: La primera parte abarcaría las cuatro primeras líneas, en donde el autor plantea, en forma de pregunta retórica y respuesta, la tesis del texto: es bueno y democrático mostrar el desacuerdo y discutir las opiniones contrarias a la nuestra. En la segunda parte, de la línea 5 a la 21, el autor desarrolla la tesis explicando sus razones para tal afirmación, que puede resultar de entrada chocante al lector, acostumbrado a escuchar que se deben respetar las opiniones de los demás. Su primer argumento (líneas 5 a 10) es que lo que se debe respetar es a las personas, sus derechos civiles, pues no es lo mismo una agresión física que una verbal y que, si alguien se siente herido cuando le llevan la contraria, es un problema suyo, de exceso de susceptibilidad. A continuación (líneas 11 a 14), el autor admite que no está bien llevar la contraria al otro de forma grosera, pero que, en ese caso, sería un problema de mala educación pero no un crimen. El siguiente argumento (líneas 14 a 21) es un ejemplo que ilustra lo que acaba de decir: la condena a muerte del escritor Shalman Rusdie, decretada por musulmanes integristas que se consideran ofendidos por los escritos de este y piensan que eso les da derecho a matarlo. La tercera parte del texto sería la conclusión (líneas 21 al final), que resume todos los argumentos a favor de la tesis que se había enunciado al principio: llevar la contraria puede ser algo maleducado pero en ningún caso justifica un asesinato. La estructura de este texto se podría considerar deductiva, ya que la tesis se presenta al principio del texto con la frase: “Lo que debe ser respetado en todo caso son las personas (y sus derechos civiles), no sus opiniones ni su fe” En cuanto al tipo de texto, se trata de un fragmento del libro del filósofo Fernando Savater Política para Amadores. Es un texto no literario ya que el autor habla sobre la realidad, no crea un mundo de ficción ni aparece la función poética del lenguaje, pues lo importante es el contenido más que la forma. El libro al que pertenece el fragmento pertenece al género ensayístico, concretamente sería un ensayo humanístico, pues el tema –la política- forma parte de las ciencias humanas. Es un ensayo divulgativo pues se dirige a un público juvenil sin conocimientos previos en la materia, lo que se percibe en el uso de un lenguaje sencillo que incluye algunos coloquialismos (“tomar a cachondeo”). En ensayo es un género en el que el autor trata de forma subjetiva un tema de interés general como es, en este caso, la libertad de expresión. El modo de elocución es la argumentación ya que el autor defiende su idea o tesis mediante una serie de argumentos para convencer o hacer reflexionar al lector, se ve claramente por los diversos rasgos lingüísticos como el texto el uso de la segunda persona (te aseguro) y de los adjetivos valorativos (susceptibles), además está escrito en un lenguaje coloquial- estándar (tomarlas a cachondeo). La actitud del autor en este texto es subjetiva porque el autor defiende su punto de vista en un asunto opinable y discutible, como es el respeto a las creencias de los demás y el derecho a defender las propias opiniones. La subjetividad se relaciona con la función expresiva del lenguaje, por lo que la analizaremos detalladamente en el apartado correspondiente de este comentario. Se manifiesta en el uso de adjetivos valorativos (susceptibles, desagradables…); coloquialismos para aumentar la expresividad y acercarse más al lector como “tomar a cachondeo”, ”cortarle el cuello”. También manifiesta abiertamente su opinión (“estoy de acuerdo”), utiliza exclamaciones y léxico connotativo (“¡vaya disparate!”) y un símil humorístico (“como si le hubiesen pisado un pie en el autobús”.) Además de ser subjetivo, el autor manifiesta una actitud polémica, al utilizar puntos de vista que pueden considerarse “políticamente incorrectos” como la afirmación de que no hay que respetar las opiniones de los otros. También se muestra cercano al lector, al que tutea e interpela como si fuera alguien de su confianza. La intencionalidad del autor es hacer reflexionar al lector sobre el hecho de que la libertad de expresión no puede estar sometida al miedo a ser agredido. Savater defiende que es bueno discutir distintas ideas y puntos de vista y si bien es mejor no ofender al otro, eso puede poner en peligro su vida. No le parece bien que llevar la contraria a alguien en cierta opinión se considere falta de respeto o una ofensa. El autor tiene como intención convencer de que debatir y criticar con educación no es ninguna falta de respeto. Y que, en cualquier caso, una agresión física no es nunca comparable a una ofensa a las creencias. Valoración personal del tema y la forma de expresarse del autor. Estoy bastante de acuerdo con el autor, Fernando Savater, cuando afirma " lo que debe ser respetado en todo casos son las personas ( y sus derechos civiles), no sus opiniones ni su fe ". Como el autor, opino que es democrático contrastar distintos puntos de vista, entre otras cosas porque pueden hacerte cambiar de opinión si te demuestran que estabas equivocado, y eso es lícito. En cualquier caso, creo que cualquiera puede discutir las opiniones de otro sin tener miedo a ser agredido físicamente. Quien recurre a la violencia es porque no tiene ningún argumento racional que aportar en defensa de sus opiniones. Por otra parte creo que aceptar que puede haber gente que no comparta tus ideas forma parte del juego democrático. Además, si es verdad que todas las personas son igual de respetables, no lo son todas las ideologías, pues hay algunas ideologías que no son aceptables en democracia, por ejemplo, cualquier forma de totalitarismo, como el comunismo o el nazismo. Tampoco puedo suscribir del todo la afirmación del autor de que una fe o creencia puede no ser respetable. En mi opinión, una fe como la Cristiana o cualquier otra siempre debe ser respetada y no atacada aunque no se crea en ella, debido a que para las personas que sí creen, no se trata de algo material creado por el hombre como puede ser la ideología sino algo superior y eso merece un respeto. Por todo esto, creo que la religión o creencia no debe ser atacada, aunque sí se puede discrepar, pero siempre de una forma no agresiva. Todas las religiones son igualmente respetables, ya sea católica, musulmana o judía, o cualquier otra. Me gusta mucho como expone el autor sus ideas, pues lo hace de una forma muy sencilla y directa, casi como si estuviera delante de nosotros y nos hablara con total confianza. Su forma de plantear el tema, sorprende por lo provocativo que puede resultar, pero también eso resulta muy efectivo pues nos llama la atención y nos hace reflexionar. 2 Desde mi punto de vista, discrepo del autor, Fernando Savater, cuando crítica al Islam por condenar a un escritor angloindio por ataques a esa religión, aunque como no podría ser de otro modo, no cabe justificación alguna para que este escritor sea condenado a muerte. Lo mismo ocurre con el terrible atentado en París contra la revista Charlie Hebdo, para los que no cabe justificación alguna. En mi opinión, aunque yo no sea de religión musulmana, los islamistas radicales distorsionan la religión islámica. Aunque de ningún modo justifique los atentados terroristas, comparto las recientes palabras del Papa Francisco, en el sentido de que no se debe blasfemar ni insultar a ninguna religión y aquí se encontraría el límite entre libertad de expresión de una persona y la libertad religiosa de otra que pueda sentirse molesta y ofendida con esas blasfemias o insultos independientemente de la religión que sea. En mi opinión, es cierto que es importante escuchar distintas opiniones, debatir argumentando nuestras creencias y pensamientos, criticar y aprender a aceptar las críticas. Es una forma de mirar una misma cosa desde otra perspectiva y que no por ser diferente a la nuestra quiere decir que sea mejor o peor. Sin embargo ofender sin más las creencias de los otros no está bien. Aunque eso no significa que los ofensores merezcan la muerte. El autor utiliza un lenguaje bastante sencillo, buscando siempre la cercanía con el lector. Da argumentos sólidos, como cuando dice que lo que debe ser respetado es la persona no sus creencias. El autor dice que la única condición que hay es tener educación, y en eso estoy de acuerdo, si perdemos la educación, perderemos la razón en cualquiera de nuestras opiniones. Sinceramente este texto me ha abierto los ojos. Muchas veces solía callarme cuando alguien creía una cosa y yo no estaba de acuerdo. Supongo que lo hacía por no empezar a discutir. Sin embargo leyendo esto me ha llevado a preguntarme: ¿Qué tiene de malo discutir?, ¿qué tiene de malo contrastar ideas? Sin necesidad de llegar después a un enfado. Doy la razón al autor, y no como a los locos. Se la doy porque es cierto que no debemos sentirnos ofendidos cuando nos dicen lo que no queremos oír. Ni querer castigar (o incluso matar) a alguien por una cosa sin importancia. Si alguien es capaz de hacer eso, entonces sí que no está respetando al prójimo. Valoración personal 3 En mi opinión, el autor enfoca muy bien su punto de vista sobre qué se puede criticar y sobre las desmesuras de los “ofendidos” y sabe defender su tesis muy bien, ya que utiliza unos argumentos eficaces, sobre todo en la ejemplificación. No hay mejor argumento que un ejemplo, ya que es muy difícil de discutir. Además este ejemplo es eficaz, porque el caso de los asesinatos de los musulmanes está vigente hoy en día. Sin embargo, su argumentación también tiene puntos débiles, ya que el autor defiende el criticar pero en ningún momento dice nada de que herir los sentimientos también es muy grave. El tema del texto está muy vigente hoy en día, pues se continúa debatiendo y es objeto de polémica el que se pueda o no hablar libremente sobre los demás y cuál es el límite de la libertad de expresión. El ejemplo del texto es muy actual, ya que hace pocas semanas ha ocurrido un atentado relacionado con los musulmanes por causas parecidas a las del ejemplo. En mi opinión, al igual que el autor, pienso que tenemos derecho y legitimidad a criticar las opiniones e ideologías de los demás, pero no de herir físicamente ni violar los derechos de las personas. No soy tan radical como el autor, pienso que se puede opinar y criticar pero siempre con respeto ya que podemos llegar a ofender y muchas veces es peor ofender y maltratar psicológicamente que llegar a agredir. Sobre el ejemplo de Rushdie, comparto con el autor la idea de que es injustificable asesinar a alguien solamente porque no están de acuerdo con sus opiniones Lo ocurrido hace unas semanas en Francia es parecido a este ejemplo y personalmente opino que es lamentable que sigan ocurriendo estas cosas en el siglo XXI y, especialmente, en un país donde existe supuestamente libertad de expresión. Funciones del lenguaje La función del lenguaje que predomina es la expresiva porque el autor expresa sus opiniones personales sobre el tema tratado, es decir es subjetivo. Podemos identificar esta función por medio de los procedimientos lingüísticos usados en el texto, el uso de primera persona “me parece”, “sé”, “ estoy de acuerdo”. También se manifiesta esta función en el uso del modo subjuntivo, con el que el emisor se refiere a acciones o hechos dudosos o deseables: “leas”, “ hubieran pisado”, “se sientan”. Otro procedimiento lingüístico para expresar la subjetividad es el uso de términos connotativos que presuponen una opinión positiva o negativa sobre algo, por ejemplo; “verdugos dementes” (para referirse negativamente a los intolerantes), “asesinado”, o “pecadoras”, adjetivo con el que el autor se refiere a su propio escrito, en alusión a que quizá él mismo pueda estar equivocado. Como veremos en el apartado referido al uso de los adjetivos, también destaca el uso de adjetivos valorativos (“susceptibles, dementes”). Se relaciona también con la subjetividad y con el énfasis en la expresión de las ideas, el uso de oraciones exclamativas, como “¡Han herido mis convicciones!”, “¡Vaya disparate!”, “¡Como si herir a alguien en sus creencias fuera lo mismo que cortarle el cuello!”. Además de la función expresiva, se aprecia claramente la función apelativa, ya que el autor intenta convencer en todo momento al lector con sus argumentos y se direige directamente a él. La función apelativa se relaciona mucho con la expresiva y comparte algunos de sus procedimientos. Se puede ver, además de por lo ya mencionado para la función expresiva, por otros procedimientos, como oraciones interrogativas, que son en realidad preguntas retóricas, pues el autor no espera ninguna respuesta directa de ningún interlocutor (“¿Y la desaprobación?”, ¿no hemos quedado en que hay que respetar las opiniones y creencias ajenas?”. Es también un procedimiento específico de la función apelativa el uso de la segunda persona del singular (“dices”,” leas”), mediante la que el autor se dirige a sus lectores. El hecho de que use la segunda persona del singular y el tuteo, manifiesta mayor cercanía con el lector, dando una sensación de confianza y proximidad y es adecuado al público lector joven al que Savater se dirige. Finalmente, en menor medida, también encontramos la función representativa, ya que el autor habla desde un punto de vista subjetivo, pero pretende convencer con argumentos racionales, a través de los hechos más que de las opiniones. Así, pone un ejemplo auténtico –el del escritor Shalman Rusdie- y utiliza algunos procedimientos que se relacionan con la objetividad. Estos procedimientos sería principalmente el uso del modo indicativo, las construcciones impersonales o en tercera persona y las oraciones atributivas con verbos copulativos: “ lo que debe de ser respetado son las personas”,“ ser susceptible es un problema suyo Análisis sintáctico global del siguiente fragmento: Nada más vigorosa y estimulantemente humano que discutir las opiniones del vecino, criticarlas, incluso tomarlas a cachondeo si se tercia. P1 – Nada (es) más vigorosa y estimulantemente humano (Principal) • P2 – que (es) Subordinada adverbial comparativa o P3 – discutir las opiniones del vecino (Subordinada sustantiva, Sujeto P2) o P4 – criticarlas (Subordinada sustantiva, Sujeto de P2 y yuxtapuesta a P3) o P5 – incluso tomarlas a cachondeo (Sub. Sust. Sujeto de P2, coordinada copulativa a P4)  P6 – si se tercia (Sub. Adverbial condicional de P5) Esta oración está compuesta por 6 proposiciones. La principal es P1 y de ella dependen todas las demás. P1 tiene el verbo “ser” omitido, “nada” actúa como sujeto y “más vigorosa y estimulantemente humano” actúa como atributo; el adverbio “más” actúa como partícula correlativa de la proposición que sigue, P2, que es una subordinada adverbial comparativa cuyo nexo es la conjunción “que” y cuyo verbo omitido sería también el verbo “ser”, el mismo de la principal. P2 tiene como sujetos tres proposiciones subordinadas sustantivas coordinadas por el adverbio “incluso” que funciona como nexo coordinante entre P4 y P5, mientras que la relación entre P3 y P4 sería de yuxtaposición. Estas tres subordinadas tienen como núcleos verbales los infinitivos “discutir” , “criticar” y “tomar” respectivamente, y no van introducidas por ningún nexo al ser formas no personales. Por último dentro de P5 está P6 que es subordinada adverbial condicional introducida por la coniunción “si” , el verbo es “tercia” y “se” actúa como partícula de impersonalidad, pues se trata de una oración sin sujeto. Valor estilístico de los adjetivos del siguiente fragmento: ¿Y la desaprobación? Sin dudar te aseguro que me parece lo más lícitamente democrático del mundo. Tolerar al otro, bueno: peor, darle la razón como a los locos, eso ni hablar. Nada más vigorosa y estimulantemente humano que discutir las opiniones del vecino, criticarlas, incluso tomarlas a cachondeo si se tercia. En cuanto leas estas líneas pecadoras seguro que dices: “Pero, ¿no hemos quedado en que hay que respetar las opiniones y creencias ajenas?”. Pues mire usted que no. Lo que debe ser respetado en todo caso son las personas (y sus derechos civiles), no sus opiniones ni su fe. (…) Ser tan susceptibles es un problema suyo, no de los demás. Estoy de acuerdo en que no es muy cortés llevar la contraria de modo desagradable al prójimo, pero se trata de una cuestión de buena educación, no de un crimen Los adjetivos son palabras que complementan a los sustantivos, añadiendo a estos cualidades, rasgos o propiedades y concertando con ellos en género y número. El valor estilístico de los adjetivos, es decir el uso específico que le quiere dar el autor en un texto dado, dependerá de tres factores: del grado del adjetivo, de su significado y de la forma de complementar al sustantivo, a través de un verbo o directamente, como adyacente. Es el caso de los adjetivos adyacentes, la posición del adjetivo respecto al sustantivo será también determinante del valor estilístico, pues la posición antepuesta implica generalmente mayor subjetividad que la pospuesta. Por otra parte, también deberemos tener en cuenta en cuanto a la subjetividad que el adjetivo puede aportar si se trata de adjetivos especificativos, aquellos que añaden una cualidad nueva al sustantivo al que se refieren, o explicativos, aquellos que resaltan una cualidad que se presupone y que por tanto no serían imprescindibles, aunque puedan resultar muy expresivos. Al comentar el valor estilístico de los adjetivos, tendremos por tanto en cuenta los tres aspectos que hemos mencionado: su grado, su significado y la forma de complementar al sustantivo al que se refieren. Según su grado encontramos varios adjetivos en grado comparativo y superlativo. El grado comparativo aporta una cualidad al sustantivo pero comparándolo con otro de la misma especie. Encontramos peor que es una forma del comparativo tomada directamente del latín y que equivale a más malo que. Savater lo utiliza para comparar actitudes de tolerar (no discutir) o “dar la razón a quien no la tiene”, postura que él rechaza. Así peor se contrapondría a bueno que tiene aquí por tanto un sentido algo irónico, pues lo que quiere decir con este adjetivo el autor es que no está mal pero que tampoco es lo deseable. Tan susceptibles sería un comparativo de igualdad, en este caso referido a la postura hipersensible de todos aquellos que se ofenden con cualquier cosas; el comparativo tiene aquí por tanto un sentido intensificador de la cualidad de susceptible. En grado comparativo esta también el adjetivo en nada más vigorosa y estimulantemente humano que; en este caso la cualidad de humano de discutir las opiniones de los demás se contrapone a nada por lo que tendría también un sentido intensificador (no hay nada más humano que discutir al otro). El adjetivo humano está además intensificado por los adverbios vigorosa y estimulantemente, que le añaden además connotaciones positivas e intensifican por tanto la idea que quiere transmitir el autor de que discutir es muy bueno. Encontramos además dos adjetivos en grado superlativo: un superlativo relativo (lo más lícitamente democrático del mundo) donde el adjetivo democrático de por sí, con connotaciones positivas, aparece intensificado pues el autor afirma que no hay nada más democrático que debatir distintos puntos de vista. Encontramos también un superlativo absoluto, pero utilizado en sentido negativo no es muy cortés que el autor utiliza para admitir que discutir puede ser poco agradable. En cualquier caso el superlativo está atenuado por la negación de lo que se quiere afirmar (sería más grave decir que esa postura es muy descortés). En cuanto a los adjetivos que utiliza el autor según su significado, encontramos que predominan los de tipo valorativo, es decir, aquellos que se refieren a cualidades opinables. Savater selecciona adjetivos que resalten las cualidades que a él le parecen positivas en el hecho de discutir las opiniones del otro, pues es la postura que defiende en su texto. Así utiliza adjetivos valorativos con connotacione positivas para referirse a la acción de discutir (democrático, humano) intensificados además por el uso de superlativos o comparativos de superioridad como acabamos de ver. Por el contrario, utiliza adjetivos valorativos con connotaciones más negativas, para la postura pasiva de no discutir (bueno, en un sentido irónico, como hemos visto, y peor ) y el adjetivo susceptibles, intensificado por el adverbio tan, para referirse a personas que no admiten ninguna crítica a su forma de pensar. El adjetivo valorativo pecadoras, referido a su propio escrito (estas líneas pecadoras) expresaría cierta modestia en sus palabras: quiere decir con ello que lo que dice no es una verdad absoluta, sino solo su opinión y admite además su “pecado” de incurrir en incorrección política, anticipándose así a las posibles críticas adversas. Los otros adjetivos valorativos (muy cortés, modo desagradable y buena educación) resaltan que las cuestiones acerca del tono de las críticas a las opiniones contrarias pertenecen al ámbito de las convenciones sociales, pero que no es algo delictivo ni repudiable en sí mismo. El texto no presenta ningún adjetivo descriptivo (aquellos que se refieren a cualidades objetivas observables por más de un sujeto) pues el texto no está describiendo ninguna realidad física, sino que defiende unas opiniones sobre un tema abstracto como son las discusiones políticas. Sí encontramos algunos adjetivos clasificadores, aquellos que precisan los grupos o clases objetivas a los que pertenecen los sustantivos a que se refieren. Estos adjetivo clasificadores son ajenas referido a las opiniones y creencias de otros y civiles que precisa un tipo concreto de derechos. Los adjetivos clasificadores siempre van pospuestos, pues no cabe en ellos ningún tipo de subjetividad. En cuanto a la forma de calificar al sustantivo, la gran mayoría de los adjetivos del texto funciona como atributo, es decir califica el sustantivo a través de un verbo copulativo. Bien con el verbo Parecer” que implica cierta subjetividad (me parece lo más lícitamente democrático), bien a través del verbo ser, que implica mayor objetividad al dar por hecho la cualidad atribuida al sustantivo (ser tan susceptible, no es muy cortés). En algunos casos el verbo ser aparece elidido, lo que confiere a la afirmación mayor concisión y firmeza (tolerar, bueno; peor darle la razón como a los locos. O en “nada más …humano que) En cuanto a los adjetivos adyacentes, todos menos uno, aparecen pospuestos y son especificativos, es decir añaden una cualidad nueva que precisa el significado del sustantivo al que acompañan y por tanto implican mayor objetividad. Ya mencionamos que en el caso de los clasificadores (creencias ajenas, derechos civiles) pues siempre funcionan como especificativos. En modo desagradable, el adjetivo valorativo va pospuesto porque tiene una función especificativo, de precisar una forma concreta de dirigirse al interlocutor. El único adjetivo antepuesto es buena referido a educación. La posición antepuesta da a este adjetivo un sentido explicativo, pues en este contexto, tener educación significa en realidad tener buena y no mala educación, por lo que el adjetivo no añadiría ninguna cualidad nueva, sino que enfatizaría la cualidad de ser educado de la gente. El adjetivo “locos” aparece sustantivado y por tanto no tiene función adjetiva. Como conclusión, podemos afirmar que el autor utiliza los adjetivos para precisar sus ideas y no para embellecer el texto, pues no aparecen adjetivos superfluos o decorativos. También podemos decir que el autor selecciona los adjetivos de forma que estén al servicio de las ideas que pretende transmitir, utilizando adjetivos valorativos con connotaciones positivas para lo que quiere defender (el derecho a discutir), resaltando la susceptiblilidad de los que se ofenden por las críticas y haciendo ver al lector que llevar la contraria a otro puede ser un signo de mala educación, si se hace de forma grosera, pero nunca un crimen que merezca la muerte. El predominio de las construcciones atributivas se relacionaría con la intención de convencer al lector mediante argumentos racionales y, en cierta forma, objetivos: es decir, Savater pretende convencer por los hechos, no por las opiniones.

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