viernes, 26 de octubre de 2018

"VENENO" de Manuel Vicent



Veneno
La basura mediática que uno se traga cada día no deja lesión alguna, ni siquiera microscópica, en la mucosa más sensible del cerebro. Las neuronas procesan toda la mierda tóxica que nos rodea y tal como les llega la trasladan al conocimiento sin que se produzca fisiológicamente ningún control ni rechazo. La contaminación del aire congestiona los pulmones e irrita la garganta e incluso puede provocar cáncer; en cambio, el veneno moral e ideológico que uno respira penetra en la raíz de la conciencia sin que el cerebro reaccione ante un ataque tan rudo y persistente. Hay que imaginar qué sucedería si las ideas y creencias con que se nutre el cerebro cambiaran de sustancia y fueran a parar al estómago en forma de alimento que se adquiere en un colmado. Muchas noticias del telediario te harían vomitar durante el almuerzo y después de tragarte un debate histérico e inconsistente, de oír el comentario crispado de un político idiota, de leer un artículo sectario, una disentería fulminante te mandaría corriendo al cuarto de baño. El nacionalismo fanático, la corrupción política y la banalidad gansa de la cultura, en un colmado serían productos equivalentes a la carne de perro, al aceite de colza, a la fruta con gusanos y al pescado podrido. Si en la tienda la gente rechaza por instinto un alimento pasado de fecha, ¿por qué acepta una creencia rancia como si no le dañara? La denominación de origen y el control de calidad que rigen en la alimentación, no atañen a los productos destinados al cerebro, aunque estén llenos de bacterias. Nuestra conciencia largamente intoxicada acepta con normalidad el veneno diario que recibe en lo que uno lee, oye, contempla, huele y respira, de forma que el ciudadano se comporta con toda naturalidad en la vida, creyéndose sano y libre, sin saber que está envenenado.

Manuel Vicent - El País, 22 febrero 2015

1 – Tema y estructura  del texto (1 punto)

Nos encontramos frente a una columna literaria de  Manuel Vicent  cuyo tema principal sería “La manipulación moral que sufrimos diariamente por parte de los medios de comunicación y de la que no nos damos cuenta”. En el texto, el autor reflexiona sobre  el efecto dañino de los medios de comunicación y la necesidad de crear unos controles de calidad  en estos medios para  reducir la manipulación y el daño en nuestra conciencia.

Respecto a la estructura  externa, podemos observar que el título “Veneno“, sintetiza en una sola palabra clave la idea central del envenenamiento que producen esos medios de comunicación en nosotros. Con el título, el autor busca captar la atención del lector, alertando del peligro, imitando de alguna manera como el aviso que suele constar en los envases de las sustancias tóxicas.
El texto posee una estructura deductiva –cerrada, pues la tesis se plantea al principio del texto y se repite al final, reafirmándola como demostrada por su argumentación. El artículo no presenta división en párrafos, aunque podemos distinguir tres partes analizando la estructura interna: Tesis, cuerpo argumentativo y conclusión, que detallamos a continuación.
La tesis o idea defendida por el autor (los medios de comunicación nos están contaminando el cerebro sin que nos demos cuenta de ello) ocupa el primer enunciado del texto (“La basura mediática…del cerebro”), en las línea s 1 y 2.
El cuerpo argumentativo, la parte más amplia del texto podríamos a su vez subdividirla en función de los distintos argumentos utilizados y abarcaría desde la línea 2, al final de la tesis, a la mitad de la línea 15 (“Las neuronas procesan… llenos de bacterias”)
El primer argumento, que abarca desde  2 a la 7, cuando dice “ataque tan rudo y persistente”) es un símil en que compara esa contaminación que llega al cerebro con la que producen los gases tóxicos en nuestros pulmones.
El segundo argumento (líneas 7 a 17) utiliza ahora el símil de los alimentos repugnantes o en mal estado para explicar cómo esas informaciones “basura” a las que el autor se refiere nos están dañando, con la diferencia que el estómago rechaza esos alimentos y nuestro cerebro, no.
Finalmente, la conclusión, que se presenta como reafirmación de la tesis, una vez demostrada ocupa el último enunciado del artículo, desde la mitad de la línea 17 (“Nuestra conciencia…”) hasta el final.
Como hemos mencionado anteriormente, el texto presenta una estructura deductiva-circular. Pues la tesis aparece al principio del texto, se demuestra y se repite al final.


2 – Actitud e intencionalidad del autor (1 p)

La  actitud  del autor es muy subjetiva y crítica hacia los medios de comunicación que nos bombardean con noticias que a él personalmente le resultan repugnantes, en cuanto a los contenidos (“nacionalismo fanático”, “corrupción política” “banalidad gansa de la cultura”) o en cuanto a las formas (“debate histérico” “comentario crispado de algún político idiota”). No menciona ningún medio de comunicación concreto, y su crítica parece referirse a cualquier soporte (“lo que uno lee, oye, contempla”), incluso, yendo aún más allá, le parece que ese “veneno moral” a que se refiere está impregnando toda nuestra vida en sociedad, que de alguna forma estamos sumergidos inevitablemente en él, puesto que incluso se “huele y respira”.
Además, se muestra muy crítico no solo con los medios de comunicación, sino con la pasividad e inconsciencia de todos los consumidores de esa “bazofia intelectual” que sin ningún espíritu crítico se “tragan” todo lo que les echen. Así pues, aunque utilice la 1ª persona del plural para suavizar esa crítica, incluyéndose a sí mismo “Nuestra conciencia—acepta…”, en realidad parece estar muy dolido y enfadado con toda la sociedad, sin hacer ningún tipo de distinción de edad o condición, que no se revuelve ante ese ataque moral que sufre.
Como conclusión podemos afirmar que Manuel Vicente se muestra tremendamente pesimista ante la sociedad, pues da la impresión de que no confían en modo alguno en que ese estado de cosas cambie, puesto que parece que el mal están en todo y nadie parece querer darse cuenta de lo que está ocurriendo.

En cuanto a la intencionalidad, Vicent trata de remover las conciencias de los lectores, de tratar de hacerles ver que todos deberíamos tener más espíritu crítico y ser más conscientes de que no “todo vale” en cuanto a lo que se dice en los medios de comunicación y que tendríamos que dejar de ser tan pasivos e intentar luchar para que las cosas cambien y no asumir los males sociales que, a su juicio nos rodean, con tanta naturalidad. La sociedad está falta de valores morales y todos deberíamos hacer algo por mejorar. Los símiles que utiliza en cuanto a la contaminación atmosférica y los alimentos repugnantes, tratar de llamar la atención en un intento que parece desesperado pues, como hemos dicho Vicent se muestra tremendamente pesimista en que las cosas cambien.




3 – Funciones del lenguaje que se aprecian. Justificación con procedimientos lingüísticos  (2 p.)

Para  comenzar, podemos observar en el texto, que una de las funciones que destaca es la  emotiva o expresiva, en la que el elemento de la comunicación es el emisor, pues la intención fundamental del autor es, como hemos dicho, ofrecer su punto de vista a los lectores sobre lo corrompidos que están los medios de comunicación e incluso la propia sociedad. La función expresiva es la habitual en los textos de opinión como este. Respecto a  procedimientos lingüísticos en los que se manifiesta esta función del lenguaje, serían todos aquellos que manifiestan la subjetividad del autor. En este caso, apreciamos los siguientes:
·         Uso de la primera persona. En este caso, aunque el texto está mayoritariamente escrito en 3ª personas, el autor utiliza la 1ª persona del plural en una ocasión (“Nuestra conciencia largamente intoxicada.”). La 1ª persona plural rebaja la subjetividad, puesto que no se refiere explícitamente al propio autor sino a un colectivo en el que estaría representado tanto él como los lectores. En este caso, la 1ª persona del plural parece referirse a toda la sociedad, en general, que se muestra pasiva ante los ataques morales a que se refiere. La 1ª persona del plural, además hace que el autor se incluya a sí mismo en esa crítica a la inconsciencia de la gente, lo que suaviza en cierta forma el ataque a los lectores, que podrían sentirse molestos.
·         Abundancia de adjetivos valorativos.  Los adjetivos valorativos son aquellos que se refieren a cualidades opinables y, por tanto, subjetivas. Los adjetivos “histérico”, “crispado” “idiota” “gansa”… implican una descalificación hacia el sustantivo al que se refieren y expresan por tanto la opinión negativa del autor hacia los medios o las personas que los hacen.
·          Presencia destacada de léxico connotativo, es decir de palabras o expresiones que tienen un significado añadido y una carga de subjetividad, en este caso referida a la opinión negativa hacia los medios: “basura” “veneno” “intoxicar” “congestionar” “vomitar”, por ejemplo.
·         Uso de coloquialismos, también con connotaciones muy negativas. Aunque el texto está escrito en un registro culto estándar, es destacado el uso de “mierda” una palabra de ámbito coloquial que sorprende al lector por el contraste con el resto del vocabulario y porque no suele ser habitual su uso en los textos periodísticos. Sin embargo, esta expresión tiene una fuerte carga connotativa y resulta muy expresiva.
Destaca también la presencia de la función apelativa o conativa, que es la que se centra en el receptor, pues trata de conseguir una reacción en él. Esta función suele relacionarse con la expresiva y es también habitual en los artículos de opinión, pues cuando alguien opina sobre un tema en un espacio público, de alguna forma siempre quiere convencer de sus ideas al que lee o escucha, en ese caso trata de hacerles reflexionar acerca de que deberían ser más críticos a la hora de seleccionar sus fuentes de información o entretenimiento Los procedimientos lingüísticos específicos de esta función que observamos son los siguientes:
·         Uso de la 2ª persona, con la que el emisor interpela directamente al lector. En este caso se usa el tuteo, que manifiesta una relación de confianza y que, en este caso concreto, tiene un sentido generalizador (“te harían vomitar” “después de tragarte”), es decir se refieren a que esa situación a que se refiere podría sucederle a cualquiera.
·         Uso de oraciones interrogativas, que interpelan directamente al lector y le mueven a la reflexión. Puesto que el lector obviamente no puede responder al autor, serían preguntas retóricas, que presuponen ya la respuesta. “¿por qué acepta una creencia…?

Encontramos, por otra parte, algunos procedimientos propios de la función referencial, que es la que se utiliza para mensajes objetivos sobre la realidad. En este caso, aunque, como ya hemos dicho, el texto es muy subjetivo, sin embargo las reflexiones del autor están planteadas como si fueran hechos objetivos, de ahí la presencia de la función referencial, que en cualquier caso está subordinada a la expresiva. Encontramos los siguientes procedimientos en relación con esta función:

·         Predominio de la 3ª persona y construcciones impersonales, bajo las que en realidad se esconde el emisor, que no usa en ningún momento la 1ª persona del singular (“Hay que imaginar qué sucedería si…”)
·         Verbos en presente del modo indicativo, que dan por hecho las acciones a las que se refiere ocurren realmente en la realidad: “se traga” “se nutre” “rigen” “atañen”…

Finalmente, encontramos también presente la Función Poética, aquella que se relaciona con la forma del mensaje, en este caso con la voluntad de estilo del autor, que es un escritor de reconocido prestigio  y con el hecho de que se trate de una columna literaria. La función poética se manifiesta en el uso de los recursos literarios que comentaremos a continuación.

 4 – Recursos literarios. Definir, justificar en los ejemplos y comentar su valor expresivo.  (2 p.)

Aunque el texto no es literario propiamente dicho, puesto que no crea un mundo de ficción ni la intención estética es la predominante, sí que encontramos algunos recursos literarios, que están al servicio de la expresividad y que muestran una voluntad de estilo, como es propio de las columnas literarias.

Podemos destacar los recursos morfosintácticos, como la enumeración,  que consiste en la suma o acumulación de palabras o enunciados equivalentes o relacionados por su significado a través de la coordinación mediante conjunciones o, como en el caso que nos ocupa, por yuxtaposición (asíndeton): "después de tragarte un debate histérico e inconsistente, de oír el comentario crispado de un político idiota, de leer un artículo sectario". En este caso, puesto que lo que se enumera no son unidades léxicas (palabras), sino enunciados con la misma estructura sintáctica, a la enumeración y el asíndeton se suma otra figura retórica, el paralelismo. Estas tres figuras -enumeración, asíndeton y paralelismo, tiene la misma función expresiva: la acumulación de situaciones desagradables que plantea, producen un efecto expresivo de enfatizar y agrandar la gravedad de las mencionadas situaciones y por tanto de sus efectos "vomitivos", como dice el autor. Por otra parte, estos recursos morfosintácticos, buscan crean unos efectos rítmicos que dan elegancia a la prosa.
Otros dos ejemplos de enumeración con paralelismo serían los siguientes: "a la carne de perro, al aceite de colza, a la fruta con gusanos y al pescado podrido" y " lo que uno lee, oye, contempla, huele y respira", aunque en estos dos casos no se produce asíndeton porque al final de la enumeración sí aparece la conjunción coordinante copulativa "y". en el primer caso, la acumulación de elementos repugnantes aumenta el efecto expresivo del símil que comentaremos a continuación. En el segundo caso, la acumulación de verbos "oye, lee, huele, respira" inciden en el hecho de que la contaminación moral a la que se refiere el autor está en todo los que nos rodea.
En cuanto al símil, es quizá la figura retórica más relevante del texto, puesto que el autor está comparando los efectos nocivos de la "contaminación moral que nos rodea" con los que podrían producir en nuestro organismos el aire contaminado o los alimentos en mal estado. El símil está en este caso al servicio de la argumentación del autor, que trata de hacer entender al lector lo repugnante que le parece el contenido y la forma de lo que nos ofrecen los medios de comunicación, al compararlo con elementos repugnantes y resaltar el hecho de que deberíamos tener rechazarlos.
El símil se diferencia de la metáfora en que en esta última el autor identifica dos elementos distintos de la realidad por razones expresivas, en tanto que en el símil se establece una comparación explícita entre ambas realidades ("serían productos equivalentes a...". Como ejemplos de metáfora en el texto podríamos habar de cuando se refiere a los medios de comunicación como "basura mediática" o "mierda tóxica".  Las connotaciones negativas de la "basura" y la "mierda" se extienden así al elemento real de la metáfora (el contenido de los medios de comunicación) sugiriendo la sensación de repugnancia que el autor busca con la metáfora.

En las líneas 14-15 podemos identificar otro  recurso literario llamado interrogación retórica que consiste en preguntar algo sin esperar respuesta. “¿por qué acepta una creencia rancia como si no le dañara?” El autor la utiliza con la finalidad de reforzar o reafirmar el propio punto de vista, al mismo tiempo que incentiva al oyente a reflexionar sobre su idea. En este caso la pregunta retórica subraya el hecho de que se acepta toda esa "basura mediática" sin que nadie parezca darse cuente de que hace daño.

En las líneas 4-5, encontramos  una  antítesis, que   es una figura retórica que consiste en la oposición de dos ideas empleando palabras antónimas o frases de significado contrario, cercanas en proximidad y de estructura gramatical similar.
La contaminación del aire congestiona los pulmones e irrita la garganta e incluso puede provocar cáncer; en cambio, el veneno moral e ideológico que uno respira penetra en la raíz de la conciencia sin que el cerebro reaccione ante un ataque tan rudo y persistente” El autor la utiliza con la intención de enfatizar la idea  de cómo actúa esa contaminación moral ayudando a comprender mejor su significado.

Finalmente,  podemos identificar una aliteración en la línea 4. La aliteración es una figura de carácter fónico que consiste en la repetición de uno o varios sonidos dentro de una misma palabra o frase: “contaminación del aire congestiona”. Esta figura busca unos efectos rítmicos que contribuyen a la armonía de la prosa y se usa fundamentalmente por razones de elegancia en el estilo.


5 – Definir el significado conceptual y contextual de las siguientes palabras y expresiones (2 p.)

Basura mediática: Expresión metafórica con la que el autor se refiere a los contenidos repugnantes de los medios de comunicación.  

Fisiológicamente: Adverbio derivado del adjetivo "fisiológico", que se aplica a los procesos que se producen en el organismo de los seres vivos. el autor lo usa para referirse a los efectos en nuestro organismo de los elementos nocivos que ingiere o respira.

Congestiona: Irrita, obstruye, tapona.

Moral: Adjetivo que se aplica a lo que se relaciona con  un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. El autor habla de "veneno moral" metafóricamente, porque se está envenenando nuestra forma de comportarnos y ver el mundo.

Rudo: Brusco, tosco, poco delicado.

Conciencia: Sustantivo abstracto que hace referencia al conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. El autor se refiere a que no nos damos cuenta del daño moral que recibimos.

6 – Indica el tipo y función de las subordinadas y el tipo y función del nexo en los siguientes enunciados:  


a)      Que me respondas es mi deseo más ferviente
Subordinada sustantiva-Suj
Que (Nx)-conjunción completiva (sin función)

b)      Compré los libros que me recomendaste
Subordinada adjetiva –CN de “libros”
 Que (Nx)-Pronombre relativo. CD en su propia oración

c)      No comprendo a los que no tienen preparado el examen
Subordinada adjetiva/sustantivada – CD
Que (Nx) –pronombre relativo, Sujeto

d)      Se arrepintió de que lo nombraran delegado
Subordinada sustantiva- C.Régimen
Que (Nx) conjunción completiva  (sin función)


e)      Los apuntes de los que te hablo están en la fotocopiadora
Subordinada adjetiva-CN de “apuntes”
Que (Nx) Pronombre relativo –C.Régimen (precedido de la preposición y el determinante “de los”)


f)      No hay muchas personas en las que puedas confiar
Subordinada aljetiva-CN “personas”
Que (Nx) Pronombre relativo–C.Régimen, precedido de preposición y determinante ( En las)






domingo, 7 de octubre de 2018

"Ternura" de Juan José Millás


Ternura
Sé de gente que mataría por llevar razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede, aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él. Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón. No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud valieron la pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado. Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su naturaleza de lugar común, describe perfectamente esta patología. Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo. Conozco personas a las que quiero y admiro cuyo único objetivo en la vida es llevar la razón. Siento una terrible ternura por ellas porque me recuerdan épocas de mi vida en las que yo mismo necesitaba llevar razón a toda costa. Me quité de llevar razón porque me hacía daño a la salud, como el tabaco, aunque a veces recaigo y fumo un camel clandestino. Desde entonces, siempre que descubro a alguien llevando la razón me dan ganas de abrazarlo y de hacerle unas caricias al tiempo de decirle que no pasa nada por no llevarla.
JUAN JOSÉ MILLÁS,  20 ABR 2018

1 .– Tema y estructura (1 punto)

El tema central del texto podría ser el siguiente: “Inutilidad de discutir con quienes siempre cree tener razón, pues son enfermos que dan lástima”.

Si hablamos de la estructura externa podemos apreciar un solo párrafo precedido por el título “Ternura”, que sintetiza en una sola palabra el tema del artículo: el sentimiento que al autor le producen las personas que siempre quieren llevar razón es la ternura, es decir, una forma de compasión al comprender lo inútil y dañino del vicio de querer llevar siempre razón.  
En cuanto a la estructura interna, podemos dividir el texto en tres partes. La introducción (Líneas 1 a 6) que describe a los que quieren tener razón a toda costa como adictos que no pueden evitar ser así y se nos plantea el punto de partida de la tesis: “Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón”.
En la segunda parte (Líneas 6 a 14) se desarrolla la argumentación de por qué no merece la pena discutir con esas personas, describiéndolas como gentes amargadas y rencorosas que parecen querer vengarse del mundo y que resultan desagradables y agresivas.
Finalmente, de la línea 14 al final del texto, el autor desvela el sentido del título del artículo ”Ternura” y cierra con la justificación de la tesis: el sentimiento que le producen las personas que siempre quieren llevar razón es de “ternura”, pues esa postura intransigente es más una enfermedad que un vicio. El autor finaliza su argumentación desvelando que él mismo padeció de esa enfermedad y siente una lástima comprensiva por aquellos que aún no la han superado le dan lástima.
Puesto que la tesis (sentimiento de lástima que produce quien siempre quiere llevar razón) se encuentra al final del texto, podemos afirmar que este presenta una estructura inductiva,.

2. – Actitud e intencionalidad del autor.  Tipo de texto, género y modo de elocución (1,5 puntos)

La actitud de Juan José Millás es evidentemente subjetiva, ya que a lo largo de todo el texto nos da su opinión sobre la gente que quiere tener la razón en todo, a la que compara con enfermos adictos a un vicio muy difícil de controlar.
El planteamiento es absolutamente irónico, pues se refiere a esas personas intransigentes, que a todos nos resultan desagradables, como enfermos a los que se debe mirar con compasión, pues sufren un vicio difícil, pero no imposible de superar. El hecho de que el autor confiese al final del artículo que el también “antes” era así le coloca -a él mismo y al lector con el que establece una relación de complicidad-, en un plano de superioridad moral. La ironía también resulta cercana al sarcasmo pues parece que se refiera a esas personas como seres deplorables y penosos, cuando es evidente que muchos de los lectores, aunque no lo reconozcan, también serán de esas personas que siempre quieren llevar razón.

En cuanto a la intencionalidad,  aunque parece que se hable de “otros” , el autor no solo se dirige a los que sufren a las personas intransigentes, sino que invita a reflexionar a los lectores acerca de su propia intransigencia a la hora de discutir, especialmente de policía, como señala en un momento del artículo, que es donde se producen las discusiones más violentas. El texto invita a la relajación en las discusiones, tanto para evitar que los intransigentes nos arrastren a discusiones sin sentido, como a disculpar y a esas personas, a las que mira con distanciamiento y sin pasión pues todos podemos haber actuado así en algún momento de nuestra vida. El destinatario final del texto parece ser alguien de su edad, ya mayor, que ha soportado durante toda su vida a ese tipo de personas intransigentes, pero a las que al fin parece haber perdonado.

Hablando del tipo de texto es un texto de género periodístico ya que está publicado en el periódico El País, concretamente es un texto periodístico de opinión debido a la abundancia de subjetividad a lo largo de todo el fragmento. Para concretar, el texto se trata de una columna literaria: aborda un tema de interés general, pero desde un punto de vista casi filosófico o moral y con evidentes elementos literarios, que se manifiestan en el abundante uso de figuras retóricas. Además, el autor, Juan José Millás, es un escritor de reconocido. Juan José Millás, un periodista y escritor español, valenciano concretamente, nacido en 1944,  ha escrito muchas obras bastante conocidas como : “La soledad era eso”, “Los objetos nos llaman”... Es columnista habitual en el diario El País y ha ganado reconocidos premios el Premio Planeta, Premio Nacional de narrativa, y el Premio Nadal.
El modo de elocución es expositivo-argumentativo principalmente. El modo de elocución argumentativo lo podemos ver en que trata de convencer de su tesis -inutilidad de discutir con esas personas- mediante argumentos. Como rasgos propios del modo de elocución argumentativo encontramos el uso de la primera persona ( “sé, conozco”…),así como rasgos de subjetividad propios de la función expresiva y conativa que analizaremos más adelante.
Por otra parte, también aparecen también rasgos lingüísticos propios de los textos expositivos y que se relacionan con la objetividad y la función referencial, como el uso de oraciones impersonales para ocultar el sujeto (“se puede”), construcción enunciativas y verbos en indicativo (“Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida”). Esto se debe a que el autor plantea su argumentación como una reflexión científica tras una descripción objetiva de sus síntomas, un tono falsamente objetivo que parodia los textos de carácter médico.

3. – Funciones del lenguaje predominantes y procedimientos lingüísticos  que se aprecian (1,5)
Hablando de las funciones del lenguaje, en este texto podemos encontrar varias funciones. En primer lugar, la función expresiva, que se centra en expresar la opinión de Juan José Millás en cuanto a la gente que quiere llevar la razón en todo. Seguidamente aparece la función apelativa o conativa cuyo fin es provocar en el lector una reacción de complicidad, de convencer, persuadir de que querer tener razón es una enfermedad, pero que con esfuerzo tiene cura. Sin embargo, como mencionamos arriba, también podemos encontramos la función referencial, que aparece a través de los argumentos utilizados para explicar ese vicio como si fuera una adicción o enfermedad. Finalmente, puesto que el texto presenta abundante uso de recursos literarios, podemos apreciar también una presencia destacada de la función poética. Los recursos literarios los comentaremos en el apartado correspondiente,
Las funciones anteriormente mencionadas aparecen entremezcladas a lo largo del texto y a continuación analizaremos más pausadamente los procedimientos lingüísticos de cada función para ver cuál es la función lingüística predominante.
Tanto la función expresiva como la función apelativa comparten ciertos marcadores de subjetividad. Podemos identificar el uso de la primera persona (“sé, conozco, quiero, admiro…”) dándonos a conocer las opiniones personales del autor, su subjetividad… Incluso a veces llega a utilizar la expresión “Yo mismo necesitaba” para remarcar que él mismo necesitaba tener razón, nos da a conocer que él mismo ha padecido la enfermedad. El uso de la primera persona se relaciona con la función expresiva. También podemos encontrar verbos conjugados en segunda persona (“vienes, mueres, llevas, necesitas…”) dándonos a entender que el objetivo de la comunicación es convencer al lector de lo que está diciendo, dando manifiesto a la función apelativa. Con la segunda persona, el autor no solo establece un diálogo cercano “de tú a tú” con un lector ideal individualizado con el que establece complicidad, sino que también tiene un sentido generalizador, con el que cualquiera puede sentirse identificado.
Sin embargo, también apreciamos construcciones impersonales que, como ya mencionamos, se relacionan con la función referencial y la intención de ocultar el sujeto, propia de los textos científicos, que Millás está parodiando.

Además de por el uso de la 1ª persona, reconocemos la función expresiva y conativa en otros marcadores de subjetividad, como el uso de adjetivos valorativos y léxico connotativo.
Adjetivos valorativos, donde podemos ver reflejada la opinión personal de Millás, son los siguientes: “infancia triste, perra juventud, heridas ancestrales, terrible ternura, camel clandestino…). Con estos adjetivos resalta el rencor o el odio al mundo en que los que siempre quieren tener razón parecen querer justificar su intransigencia. En cuanto al léxico connotativo “camel” “heroína” que relaciona el tema con un vicio y, por otra parte “ternura” “abrazarlo” o “caricias” que relacionan con los sentimientos de cariño y comprensión que estas personas, irónicamente, despiertan en el autor.

En el texto predomina el registro formal estándar, aunque encontramos palabras de un registro más culto (“ancestrales”) y algunos coloquialismos, con los que el autor busca la cercanía con un lector ideal más bien adulto, que es quien ha vivido más y tiene más experiencia con las adicciones y con este tipo de personas (“perra juventud” “quitarse de”).
En cuanto a la función poética, podemos decir que aparece muy ligeramente en algunas ocasiones a lo largo del texto, cuando aparecen diferentes recursos literarios, comentados en la última pregunta.
En conclusión, en el texto predominan las funciones expresiva y apelativa,  propias de los textos de opinión, aunque estas aparecen entrelazadas con la función referencial, algo habitual en los textos expositivo argumentativos. La función poética está también presente en el uso de figuras retóricas y se relaciona con el hecho de que el texto es una columna literaria.
4. –  Valoración personal del texto (1,5 puntos)

El autor comienza el texto hablando de gente que quiere tener razón y lo compara con una enfermedad como es la adicción a las drogas. En mi opinión, creo que Juan José Millás exagera demasiado con esa comparación pues, a mi parecer, el querer tener razón en todo es una cuestión más bien de orgullo y también de falta de madurez y yo no lo identificaría con una enfermedad tan grave como es una adicción.

Sí estoy de acuerdo, en cambio, en lo difícil que resulta tratar de cambiar la forma de pensar de estas personas. También estoy de acuerdo con el autor en que todos, en distinta medida, podemos padecer de este vicio pues a casi nadie le gusta reconocer que se ha equivocado en algo y rechaza que le lleven la contraria.
La necesidad constante de querer llevar la razón puede provocar que dejemos de ser objetivos y también que cerremos nuestra mente a aspectos de la realidad en las que no habíamos pensado. Una discusión educada debería servir para intercambiar puntos de vista sobre un tema y no para hacer una competición de “a ver quién grita más”. Escuchar opiniones contrarias puede ser una posibilidad de enriquecernos con otros puntos de vista, incluso   incluir la posibilidad de que alguien, con argumentos sólidos y convincentes, nos haga cambiar de opinión, pues todos podemos equivocarnos. Lo contrario, querer llevar razón a toda costa y no escuchar a los demás, empobrece el diálogo y las relaciones personales y nos impide, a fin de cuentas, crecer como personas y aprender de otros.
El problema es que quien se niega a escuchar al otro lo lleva todo siempre a un plano personal. En muchas ocasiones, queremos defender nuestro punto de vista sin tener en cuenta el punto de vista de los demás porque nos identificamos con nuestras opiniones y sentimos como ataques personales lo que solo son formas diferentes de entender la realidad.
Aunque no compartamos la forma de pensar o ideas con otra gente, debemos tratar de entenderlas y aceptarlas, pues la gente también tiene derecho a equivocarse. Vivir en un estado de competición y enfrentamiento contra los demás diariamente  puede ser muy agotador y muy perjudicial para nosotras, como bien dice el autor en la línea 5 (“No conduce a nada, solo a la infelicidad”).
Estoy muy de acuerdo con el autor cuando describe cómo se sienten las personas que quieren llevar razón y se consideran el centro del mundo. Yo creo que nadie se debe sentir superior a los demás pues todos tenemos derecho a ser respetados.
Me llama la atención la siguiente afirmación: “Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo.” Me parece similar a los anuncios de televisión, es decir, en los anuncios siempre se describe el producto a vender como lo mejor, y te intentan convencer de que no hay nada mejor, incluso hay anuncios que refutan de otras marcas tan solo para demostrar, o aparentar que el mejor producto es el suyo.
El texto me ha parecido original. Cuando lo leí la primera vez, me pareció que el título desentonaba con el tema. Luego, me di cuenta que el Millás estaba utilizando la ironía para expresar todo lo contrario a lo que piensa sobre estas personas. Además,  es como si el autor nos quisiera explicar que querer tener razón es una etapa más de la vida, en la que nos creemos el centro del mundo, y al madurar nos damos cuenta de lo absurdo que era querer tener razón siempre.

5. - Tipo y función de las subordinadas (1,5 puntos)

·         Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida.
 (que se pueden corregir a lo largo de la vida.)
Oración Subordinada adjetiva, función Complemento del Nombre de “rasgos”

·         Eso es como quitarse de la heroína.
(como quitarse de la heroína.)
Oración Subordinada adverbial, función Complemento Circunstancial de Modo  (CCM)

·         En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue.
 (donde mejor se las distingue).
Oración Subordinada adverbial función Complemento Circunstancial de Lugar (CCL)

·         Siempre que descubro a alguien con razón lo abrazo.
                  (Siempre que descubro a alguien con razón
                  Subordinada Adverbial CCT. Puede entenderse también como Condicional
·         Entonces le digo que no pasa nada.
(que no pasa nada.)
Subordinada Sustantiva, función Complemento Directo (CD)

6. – Explica el significado contextual de las palabras o expresiones destacadas (mediante definición o con tres sinónimos): ancestrales,  sutil, “hablar cargado de razón”,  ternura, clandestino.  1,5 puntos

Ancestrales: Es un adjetivo usado para referirse a hechos pasados, a algo con un origen muy antiguo. En el texto habla de heridas ancestrales, se refiere a hechos del pasado que nos han dejado huella, daños del pasado.

Sutil: es un adjetivo utilizado para calificar un comportamiento fino, educado, con delicadeza.

“Hablar cargado de razón”: significa expresarse de una manera terca, testaruda, cabezota. En el texto Millás lo utiliza como un ejemplo para definir a la clase de personas de las que habla a lo largo de todo el texto, personas que siempre quieren y creen que tienen razón.

Ternura: es un nombre que describe un sentimiento de afecto, de empatía, de encanto hacia algo. En este caso el autor utiliza esta palabra como título y como sentimiento hacia sus familiares, los que quieren llevar razón.

Clandestino: es un adjetivo con connotación negativa en este caso, da a entender, según el texto, que es algo prohibido, ilegal, al borde de la ley, oculto.


7. – Recursos literarios del texto. Comentando su valor expresivo. (1,5 puntos)

A lo largo de todo el texto podemos identificar abundantes recursos literarios, a continuación los nombraremos y explicaremos por separado.

Primeramente podemos identificar una hipérbole “Sé de gente que mataría por llevar razón” (l.-1), en este caso exagera la realidad para hacerla más expresiva, no es que la gente vaya a matar, literalmente, sino que, el autor quiere resaltar esa emoción para expresar que hay gente que haría cualquier cosa con tal de tener razón, resalto lo tan cabezotas que pueden llegar a ser.
Seguidamente, en la línea 2 podemos observar un símil, que es la comparación de dos realidades con fines expresivos, en este caso “pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína”, el autor utiliza el símil para comparar el querer llevar razón con la adición a la heroína. José Millás nos da a entender que dejar de querer tener razón es incluso igual de difícil que quitar la adicción a las drogas.

También podemos identificar una anadiplosis que es la repetición de una palabra al final de una frase y al comienzo de la siguiente; (l.3-4) mueres con él. Te mueres termina la oración con la palabra morir y en la oración siguiente comienza con la misma palabra
Además, podemos observar seguidamente un paralelismo Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón repite la estructura sintáctica enumerando con una gradación y sin nexos (asíndeton) las distintas circunstancias en la vida de estas personas, con lo que consigue un efecto intensificador. Además la repetición de llevando razón al final de estos enunciados paralelos es una epifora, e insiste y enfatiza en el hecho repetido.
Como ya mencionamos, en (l.-8.9) podemos identificar una enumeración, nombra etapas de la vida de forma cronológica “Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud”, habla del nacimiento, la infancia, la juventud…

En la línea 9 podemos observar una sinécdoque del todo por la parte, al mencionar “mundo” por las personas que le llevarán la contraria al sujeto en cuestión, con lo que intensifica el número de personas no piensan como él: “El mundo ya no te debe nada”,.

Más adelante en la línea 15 podemos ver una antítesis, contradicción de dos palabras “terrible ternura”, ya que la palabra ternura se suele utilizar para referirse a personas agradables, dulces, todo lo contrario a terrible. En mi opinión creo que Millás utiliza esta contraposición para enfrentar las dos emociones que siente al tener a alguien de su familia que quiere tener razón; por una parte al ser alguien familiar eso le provoca ternura, pero al ser ese tipo de personas alguien conocido, le provoca una sensación horripilante.