miércoles, 16 de octubre de 2019

EL APRENDIZAJE, SAVATER


El aprendizaje siempre tiene –al menos en sus inicios- un componente de coacción: casi todos nos hemos educado a regañadientes. Es raro el caso del niño que renuncia voluntariamente a sus juegos o del adolescente que prescinde con gusto de sus diversiones para llegar a saber gramática o geografía. No es el profesor quien aburre, ni siquiera la materia misma, sino el hecho mismo de tener que concentrarse para aprender. Saber es una forma de felicidad y de liberación, pero llegar a saber exige trabajos forzados. Quien conoce la importancia del conocimiento y los beneficios que aporta –el adulto, el maestro, los padres – no tiene más remedio que contrariar temporalmente el capricho momentáneo de sus alumnos, que ignoran la magnitud e importancia de lo que están recibiendo, a veces con pocas ganas. Que yo sepa, sólo Tarzán aprendió a leer por sí mismo, pero ya mayorcito y no sin pasar por un largo calvario de autodisciplina… en una novela. Antes o después todos los enseñantes son vistos por sus discípulos como aguafiestas de su joven vida. Nunca he entendido bien eso de que “hay chicos y chicas a los que no les gusta estudiar”. A nadie le gusta estudiar sino a los masoquistas, que no suelen abundar por debajo de los dieciséis años. Pero enterarnos poco a poco de que en muchas ocasiones lo que necesitamos deba prevalecer sobre lo que nos gusta es parte, y nada menos, de la maduración personal. Y de la educación en el más amplio sentido de la palabra. Desde luego, hay maestros que tienen una habilidad especial –un arte, digamos- para conseguir aplicación de sus educandos, sin hacérsela gravosa ni demasiado ordenancista: felices ellos. Pero en cualquier caso esa aplicación es imprescindible en la dialéctica entre enseñanza y aprendizaje, y resulta evidente que a veces se rehúsa, y hasta se convierte en hostilidad y agresividad contra quien la exige para poder cumplir con su función. Si el maestro no puede mandar o si sus órdenes razonables son sistemáticamente desatendidas o burladas, la educación se hace imposible; aún peor, se convierte en un fatigoso deporte de riesgo para quien pretende ejercerla. 

Fernando Savater,  Diario La verdad de Murcia 

 

1 - Resumen (1 p.)

El proceso de aprendizaje supone un esfuerzo que la mayoría de los niños y adolescentes no están dispuestos a realizar por voluntad propia. Aunque estudiar resulte una tarea desagradable, los adultos saben por experiencia que es imprescindible para el futuro de los estudiantes. Los jóvenes, según van madurando, también comprenden que a veces es necesario renunciar a lo que les gusta para centrarse en lo que les conviene. Para adquirir conocimientos es imprescindible la labor del profesor y el esfuerzo del alumno. Hay profesores que consiguen que ese esfuerzo resulte más agradable pero, en cualquier caso, si se cuestiona la autoridad del profesor, la enseñanza se hace imposible.

 2 - Actitud e intencionalidad.  (1 p.)

En este artículo de opinión, Fernando Savater, filósofo, escritor y articulista español, reflexiona acerca del proceso enseñanza-aprendizaje, resaltando la importancia del esfuerzo de alumno y la necesidad de respetar el principio de autoridad en la figura del profesor.
El autor muestra una actitud subjetiva y cercana al lector, que se manifiesta en los procedimientos lingüísticos propios de la función expresiva que analizaremos más adelante. Se muestra comprensivo con los jóvenes a los que no les gusta estudiar. Les entiende perfectamente y trata de hacerles ver que es normal, y que el rechazo que puedan sentir ellos hacia los estudios lo ha experimentado él mismo. Sin embargo, les advierte de la importancia de los estudios. Los adultos, que tienen más experiencia saben de lo importante que será una buena formación académica en la vida de sus hijos o alumnos. Savater trata de hacer comprender a los adolescentes que, si les obligan a estudiar es por su bien y que ellos mismos, cuando maduren lo comprenderán también.
Esta empatía hacia los jóvenes se hace también extensiva a los adultos, especialmente hacia los profesores, a los que reconoce lo ingrato de su labor y el riesgo que a veces asumen al tener que obligar a estudiar a adolescentes que parecen odiarlos por ello, y que les desobedecen o incluso les agreden.
Fernando Savater utiliza un tono informal y distendido y recurre a coloquialismos (“aguafiestas”) y símiles humorísticos como el de Tarzán (que nunca tuvo profesor) para explicar que la función de los profesores es imprescindible en el proceso de enseñanza-aprendizaje y que, por esa razón, es importantísimo que no se cuestiones el principio de autoridad y se obedezcan sus órdenes. Savater defiende la necesidad de que los profesores tengan una autoridad porque sin ella, los alumnos no podrán aprender nada.
Savater se muestra, como hemos dicho, cercano, afable y comprensivo con los jóvenes, pero también firme y serio en su argumentación. Trata de convencer a los lectores a través de una argumentación racional, basada en los hechos y el razonamiento lógico y no en las opiniones, para demostrar la evidencia de la importancia del esfuerzo y el trabajo por parte de los jóvenes. Este afán de convencer con argumentos objetivos explica la presencia de la función representativa de la lengua, junto a la expresiva, como analizaremos a continuación.

3 – Funciones del lenguaje. Justificar con procedimientos lingüísticos. (1,5 p.)

Como ya hemos dicho, el texto a comentar es un artículo de opinión, por lo que predomina la subjetividad, que se manifiesta a través de los procedimientos propios de la función expresiva de la lengua, que detallamos a continuación.
·         El autor escribe desde la predomina la primera persona del singular, (“nunca he entendido”), incluso utilizando el pronombre personal, cuyo uso siempre es redundante y enfático pues está implícito en las desinencias verbales (“que yo sepa"), expresión coloquial que enfatiza de forma irónica una certeza, aunque aparentemente pueda expresar inseguridad.
·         Afirmaciones subjetivas y discutibles “A nadie le gusta estudiar”.
·         Uso de coloquialismos, que muestran cercanía con el lector, pues son propios de la lengua oral y de un registro distendido e informal. Además de la expresión “que yo sepa” que acabamos de mencionar encontramos las expresiones “a regañadientes” “aguafiestas”, “masoquistas” o "calvario”.
·         Sufijos afectivos (“ya mayorcito”), que en este caso implica una ironía, que es también un rasgo de subjetividad.
·         El símil de Tarzán, para referirse a la imposibilidad de educarse sin profesor, está cargado también de ironía, pues como el mismo Savater afirma luego, esto solo ocurre en las novelas.
·         El uso de un léxico connotativo es también otro procedimiento característico de la función expresiva. Se trata de palabras que se han cargado de significados positivos (“liberación” “felicidad”) para referirse a la educación o negativos (“agresividad” “hostilidad”), para referirse a la actitud de algunos alumnos.

Ligada a la función expresiva, encontramos también la función apelativa, puesto que todo texto de opinión trata de influir en los lectores, de forma más o menos explícita, y convencerles de las opiniones defendidas por el autor. Aunque no aparecen en el texto a comentar procedimientos exclusivos de esta función como el uso de la 2º persona, sí que el autor utiliza la 1ª persona del plural para buscar la complicidad del lector al incluirlo en un grupo en el que participa él mismo (“todos nos hemos educado a regañadientes”), expresión con la que parece dirigirse a los adultos (padres y profesores) que, como se suele decir, “también han sido jóvenes”.
Ligadas a la función apelativa, encontramos además algunas figuras retóricas encaminadas a conmover o persuadir el lector y que se relacionan con la Función Poética, también presente en el texto. Encontramos las siguientes:
·         Metáfora. Uso del lenguaje figurado con fines expresivos, identificando dos realidades que en principio no tienen nada que ver, de modo que el término figurado sustituye al real: "se convierte en un fatigoso deporte de riesgo", para referirse a la profesión de docente, resaltando las dificultades y hasta peligros que entraña.
·         Una antítesis, que consiste en colocar dos palabras de significados contrarios ("antes o después").Esta antítesis, de uso muy común, se refiere a que algo tiene que ocurrir de forma inevitable.
·         Un hipérbaton, o alteración del orden gramatical de las oraciones para resaltar algún elemento: "es raro el caso del niño que...". en este caso, la anteposición del atributo “raro” al Sujeto, focaliza la atención del lector en este adjetivo valorativo.

Como ya mencionamos, a pesar de ser un texto de opinión, Fernando Savater intenta mostrarse objetivo, sobre todo en la segunda parte del texto, cuando defiende la importancia del esfuerzo del alumno y de la obediencia al profesor, pues, como ya dijimos, pretende convencer a través de argumentos racionales y objetivos. Así encontramos también muchos procedimientos propios de la función representativa);
·         Predomino de la 3ª persona en sus afirmaciones, que presenta como verdades incuestionables ("los enseñantes son vistos", "esa aplicación es imprescindible"),
·         Oraciones enunciativas y verbos en presente de indicativo, con sentido universal, que son mayoritarios en todo el texto.

4 - Valoración personal del tema y de la forma de expresar sus ideas del autor y de la solidez de sus argumentos. (1 p.)

Es cierto que todos los niños preferirían quedarse en casa jugando a ir a la escuela para aprender. Estoy totalmente de acuerdo con el autor en que, al principio, hay un elemento de coacción. Sin embargo, yo matizaría alguna de las apreciaciones de Savater.
Creo que, en gran medida, el rechazo al estudio puede venir dado por el hecho de que a los alumnos se nos hace estudiar muchas cosas que no nos van a servir para nada, ni en nuestra vida diaria, ni en nuestros estudios posteriores. Pongamos, por ejemplo, las asignaturas de la ESO. Hasta 3º de la ESO, nos obligan a estudiar asignaturas, como Física o Biología, que posteriormente puedes decidir no cursar. Entiendo que, si quieres estudiar Medicina, por ejemplo, tengas que estudiar Física, Química o Biología, pero no entiendo por qué debes estudiar Historia o Filosofía, asignaturas quizás que no te gusten o que no se te den muy bien y que no volverás a ver nunca.
No comparto la opinión de que no es el profesor ni la materia la que aburre, creo que el que te guste una asignatura o te deje de gustar depende mucho del profesor y estoy muy de acuerdo en que la educación se puede hacer muy fatigosa, pero no solo para el que la imparte, sino también para los estudiantes. Al fin al cabo, los profesores están trabajando cuando dan clase y tendrían que esforzarse por hacer bien su trabajo. Sin embargo, creo que hay profesores que van allí, cobran y no se dedican mucho a lo que es realmente enseñar.
En conclusión, comparto algunas de las opiniones del autor, pero no estoy totalmente de acuerdo en todas. Creo que los alumnos disfrutarían más con el estudio si los programas educativos fueran mejores y algunos profesores hicieran mejor su trabajo.

5 - Significado conceptual y contextual de las expresiones resaltadas. Bien con tres sinónimos, bien con una definición precisa que parta de la categoría gramatical (1,5 p.)

1.      Coacción. Sustantivo abstracto. Acción de coaccionar, obligar a alguien a hacer algo contra su voluntad, ya sea bajo presión, fuerza o chantaje. En el texto indica que el aprendizaje siempre es obligatorio.
2.      Conocimiento. Sustantivo abstracto referido en el texto al conjunto de saberes adquiridos mediante el proceso educativo.
3.      Masoquistas. Sustantivo, se dice de las personas que disfrutan con su propio dolor. En el texto se refiere a aquellas personas a las que les gusta estudiar.
4.      Ordenancista. Adjetivo que se aplica a lo que se impone de forma excesivamente sujeta a normas u ordenanzas.
5.      Fatigoso deporte de riesgo. Expresión metafórica con la que el autor se refiere al trabajo del profesor, que puede resultar agotador, complicado e incluso peligroso.


6 – Sintaxis: Delimita las proposiciones, indicando tipo y función de las subordinadas. Señala los núcleos verbales y los nexos, indicando tipo y función del nexo.  (4 puntos)

(Núcleos verbales subrayados; nexos en negrita).
Prop 1

Es raro el caso del niño

Prop 2
que renuncia voluntariamente a sus juegos.

Prop 1: Proposición principal.
Prop 2: Subordinada adjetiva de CN de niño.
Que: pronombre relativo con función de sujeto.



Prop 1

Quien conoce la importancia del conocimiento y los beneficios


Prop 2
que aporta
Prop 3


tiene que contrariar temporalmente el capricho de sus alumnos.
Prop 1: Subordinada adjetiva sustantivada de sujeto de Prop 3.
Prop 1 : Adjetiva sustantivada, Sujeto.
Quien: pronombre relativo con función de sujeto.
Prop 2: Subordinada adjetiva de CN de beneficios de Prop 1.
Que: pronombre relativo con función de CD.
Prop 3: Proposición principal.


Prop 1
Si el maestro no puede mandar

Prop 2
o si sus órdenes razonables son sistemáticamente desatendidas o burladas
Prop 3

la educación se hace imposible.

Prop 1: Subordinada adverbial condicional de Prop 3.
Si: conjunción condicional sin función.
Prop 2: Subordinada adverbial condicional de Prop 3.
Si: conjunción condicional sin función.
Prop 2 y Prop 2: Proposiciones coordinadas disyuntivas mediante la conjunción o.
Prop 3: Proposición principal.

Prop 1

Resulta evidente

Prop 2
que a veces se rehúsa el aprendizaje.

Prop 1: Proposición principal.
Prop 2: Subordinada sustantiva de sujeto de Prop 2.
Que: conjunción completiva sin función.

  
Prop 1

Tarzán aprendió ya mayorcito

Prop 2
a leer

Prop 3
pasando por un largo calvario de autodisciplina.

Prop 1: Proposición principal.
Prop 2: Subordinada sustantiva de C.Rég de Prop 1.
Prop 3: Subordinada adverbial de CCModo de Prop 1.
Ambas subordinadas carecen de nexo porque sus verbos son formas no personales.

Prop 1

Hay maestros con habilidad especial

Prop 2
para conseguir aplicación en sus discípulos.

Prop 1: Proposición principal.
Prop 2: Subordinada sustantiva CN de habilidad de Prop 2.
Sin nexo por estar el verbo en infinitivo.